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jueves, 28 de diciembre de 2017

Rusia se fortalece en Oriente Medio

Por Darío E.

La unipolaridad política en el mundo está desapareciendo cada día más. O al menos eso parece con la repartición de fuerzas y bases militares tanto de Estados Unidos como de los enemigos eternos de Occidente: los rusos. Todavía está fresca la tinta con la que el Consejo de la Federación (senado ruso) autorizó al ministerio de defensa de ese país al despliegue de efectivos y la ampliación del puerto Tartus, para convertirlo en una verdadera base naval de la Armada rusa. El ministro Serguei Shoigu explicó que además de Tartus, en Jmeimim también existirá un centro castrense pactado con Damasco.

La correlación de fuerzas se ha ido presentando desde el asenso y consolidación del poderío militar ruso, reminiscencia de la extinta Unión Soviética que ha ido ocupando espacio en el Medio Oriente con los desastres militares de los norteamericanos. Si bien los cruzados norteños iniciaron una Guerra Santa de nuevo tipo contra el terrorismo, sus chapuzas y las de la OTAN han hecho que estos países bajo el manto del terrorismo corran a pedir ayuda a Moscú, algo que han hecho de muy buena gana.

Aunque Putin anunció su retirada de Siria, ahora anuncia la ampliación de bases de Jmeimim y Tartus. Esto permitirá a los euroasiáticos tener inmunidad en territorio sirio, así como la salida y entrada de buques y aviones. Desde la entrada rusa al conflicto en Siria en 2015, un total de 48 mil uniformados rusos de la aviación, la marina y el ejército estuvieron en combate, con el propósito de eliminar las tropas de El Daesh apoderadas de varias provincias sirias. La aviación rusa apoyó el fuego aéreo de los sirios para eliminar las posiciones de los extremistas. Datos de fuentes especializadas apuntan que entre un 80 y un 90 por ciento de los pilotos tuvo su bautizo de fuego. La confrontación en Siria contra las posiciones terroristas ha sido el campo de prueba de los últimos cazas rusos: el SU-35 y los cazabombarderos SU-34; así como helicópteros de visión nocturna.

Tras dos años de la solicitud de Damasco, la ayuda rusa sirvió para desterrar los grupos armados de El Daesh en las principales ciudades sirias. Por su parte, Occidente con Estados Unidos a la cabeza ha sido más publicidad que resultados. Desde el inicio de la guerra civil en 2011 los norteamericanos han tenido muy pocos éxitos. Incluso algunas fuentes de inteligencia apuntan que la estrategia de Washington es apoyar a estos grupos y a los rebeldes para fortalecer la posición de Israel en esa región. Bashar al-Assad, presidente sirio, subrayó recientemente que el apoyo de Occidente es el que mantiene la agresión terrorista a su pueblo.

Mientras, los rusos, seguirán ganando terreno en esos lares. ¿Quién será el próximo? ¿Yemen? Esperaremos.