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sábado, 16 de diciembre de 2017

Una ocupación muy influyente para Cuba

Por Sofía

El final de la Guerra de Independencia y los Inicios de la Intervención norteamericana en Cuba, fueron momentos históricos que marcaron profundamente a nuestra sociedad de principios del siglo 20. La diversidad que caracteriza el proceso independentista de Cuba constituye uno de los elementos primordiales en la construcción de la identidad cubana. El gran número de nacionalidades que se entremezclan en nuestra historia, los disímiles procesos políticos, económicos y sociales y la rapidez con la que se sucedieron contribuyen a la formación de una identidad particular, enriquecida y a la vez autóctona que nos ha ido acompañando generación tras generación. La ocupación norteamericana significó una transformación no solo política sino también cultural y simbólica.

La guerra por la independencia, la reconcentración, marcaron grandemente a la sociedad a finales del siglo XIX, el campesinado, la fuerza más numerosa del mambisado, cayó en un abismo de miseria y abandono. No contaban con tierras propias, teniendo que tomarlas en arriendo con altas rentas. No había prácticamente bueyes para las labores agrícolas. La dependencia era fundamentalmente de los cultivos de subsistencia, entre ellos yuca, boniato, frijoles y maíz. La infraestructura educacional era pobre e inadecuada, era corriente la presencia en las calles y los basureros de niños semidesnudos y desnutridos. En unos casos la limosna era la única vía de sobrevivir y en otros emplearse en las fábricas de tabaco y de recadero de un comercio por un mísero centavo, predominaba el hambre, la miseria. En fin, cuando se produjo la intervención, la sociedad estaba en decadencia y en absoluta pobreza.

Ya en 1898, los gobernantes estadounidenses hacían realidad un sueño de más de 130 años, al intervenir militarmente y despojar a España del territorio cubano, apoderarse de la preciada Isla para anexarla a la Unión; siempre anhelaron apoderarse de Cuba y claramente expusieron el desprecio y la subestimación hacia los nativos de la Isla.

La confrontación de los valores y las costumbres coloniales con las representaciones políticas y culturales patrocinadas por las autoridades norteamericanas, generó un proceso de profunda reflexión sobre las bases mismas de la cultura nacional de singular importancia para el devenir posterior de la nación en la era republicana. Esta profunda transformación de las formas de pensamiento y los modos de vida que trajeron consigo la guerra, el cambio de dominación y la presencia norteamericana, afectó toda la misión política de las prácticas simbólicas inclusive de las más ordinarias, como referidas a los rótulos callejeros, los anuncios, las costumbres y los hábitos. Esto se refleja en la aparición de nuevas formas de anunciar, nuevos productos que vender, nuevos locales como los casinos, los prostíbulos, las casas de apuesta y otros establecimientos. El béisbol o ‘’la pelota’’ como le llamamos los cubanos, que hoy es deporte nacional es también herencia de la cultura norteamericana

Más allá de los cambios producidos en las entidades administrativas, en el gobierno, en el sistema de partidos y asociaciones políticas o en la macroeconomía, es interesante ver el modo en que estos grandes eventos se tradujeron en gestos simbólicos y se manifestaron en los detalles menores de la vida de cada día. La identidad nacional se asume, no como una esencia pura y homogénea que emana de forma natural y espontánea sino a la manera de un proceso complejo de articulación de pertenencias, plural y en permanente conflicto. Lo que por lo general se denomina identidad nacional se examinara como un concepto que sintetiza los modos, a menudo contradictorios y en incesante creación y recreación, en que los diferentes grupos sociales imaginan sus relaciones dentro de una comunidad política y territorialmente definida: la nación. La cubanidad no es, un don del cielo ni una condición natural de la existencia, es una construcción social cambiante a lo largo de la historia, un artefacto cultural donde se articulan diferentes nociones de pertenencia: clasista, étnicos, raciales o de género.

Si analizamos las tablas del censo de la Isla de Cuba concebido y publicado por el gobierno norteamericano, se refleja la composición de la población según la ciudadanía, donde los diseñadores se vieron obligados a incluir junto a los acápites de ciudadanos (cubanos, españoles y extranjeros) y una extraña clasificación de “ciudadano en suspenso” para reflejar el 11% de la población del origen español que no había decidido aun a cual ciudadanía acogerse. De este modo los clásicos conflictos de identidad se vieron en la sociedad postcolonial en cuba con singular intensidad y dramatismo.

El beisbol o ‘’la pelota’’ como le llamamos los cubanos, que hoy es deporte nacional es heredado de la cultura norteamericana

En fin, la intervención norteamericana tajo consigo no solo cambios en la política del país sino también en la cultura y la sociedad de aquella época, se formaba una nueva sociedad influenciada por los cambios que se estaban produciendo.