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domingo, 14 de enero de 2018

El fin del imperio Colette

Por RaizaM.

¿Puede solo una Maison cambiar el mundo de la moda? Parece que sí. La casa parisina Colette lo hizo durante 20 años. Para desgracia de muchos, se anunció que esta semana la concept store más mítica e influyente del planeta cerrará su local de 7 mil metros cuadrados y tres plantas en el centro de París.

Según muchos críticos de arte, el mayor legado de Colette fue alterar el rumbo de la moda. Durante dos décadas fue conocida como el árbitro de las tendencias, el templo de lo cool. Ahora Colette pasará a ser una consultoría de lujo, según han anunciado sus fundadoras a la prensa.

Lo que diferenciaba a esta tienda de otras era vender objetos tan diversos como prendas de lujo, libros de arte, gadgets y cosméticos. Las personas podían encontrar una chaqueta de Saint Laurent a 9 mil euros junto a una esponja de 4 euros y una funda de teléfono a más de 200 euros.

El bazar de lujo abrió sus puertas por primera vez, siete años después que 10 Corso Como, la pionera concept store creada en Milán en 1990, que ya concentraba una librería, un restaurante, un pequeño hotel y una tienda de ropa.

Lo que diferenciaba a era su interior. En sus tres pisos cabían carísimas prendas Chanel, esmalte de uñas, productos de papelería y hasta una impecable selección de golosinas. Muchos críticos de arte calificaban este tipo de curaduría como escuela; de ahí que en 2002 abriera la neoyorquina Opening Ceremony y en 2004, la londinense Dover Street Market, convertidas después en marcas globales con múltiples sedes.

Además, impuso tendencias como la fast fashion, muy utilizada por Michelle Obama o la reina Letizia de España. Con esta mezcla, la tienda logró democratizar y rejuvenecer el público potencial de las tendencias, convirtiendo la moda en una experiencia lúdica, alejada de la rigidez tradicional del lujo francés.

Otra de sus singularidades fue que sus puertas permanecían abiertas. Según sus dueñas, la idea era que fuera un lugar de vida y no un lugar de lujo.

Muchos de los visitantes que la frecuentaban iban por sus ofertas de nunca seguir temporadas clásicas (otoño-invierno y primavera-verano). Ello por otra parte se tradujo en sus reputadas colaboraciones con marcas de todo tipo, que le permitían proponer productos exclusivos durante un tiempo limitado que solo podían encontrarse bajo su paraguas. Un modelo que después sería copiado con rapidez por numerosas marcas que aspiraban a renovar permanente la atención sobre sus productos en un tiempo marcado por la aceleración y la competencia feroz.

Hoy es uno de los puntos más frecuentados de la ciudad de Paris, colonizado por numerosas marcas de ropa que han intentado beneficiarse de su esplendor. Tiendas de Dior, Valentino o Sandro sustituyen a las antiguas panaderías y farmacias de los años 80 y 90. Así el precio del metro cuadrado ha aumentado un 137% en los últimos 10 años. Un cambio común en la mayoría de capitales europeas, donde los centros de las ciudades se han visto invadidos por las enseñas de lujo. El vacío que deja Colette será ocupado por una nueva tienda de Yves Saint Laurent, que debería reubicar a su centenar de empleados.

Entre sus adeptos, figuran el diseñador Karl Lagerfeld, la gurú de la moda Anna Wintour y cantantes como Katy Perry y Kanye West, que hacían un alto en sus viajes a París. Durante el 2017 su venta más famosa fue la de unas zapatillas deportivas diseñadas por Chanel y el cantante Pharrell Williams , de las que se vendieron 500 pares a 1200 dólares cada uno.