El Sena amenaza París
El río Sena es un extenso río europeo de la vertiente atlántica que corre exclusivamente por Francia. Con una longitud de 776 km es el segundo más luengo del país y desagua una cuenca de 78 650 km². Franquea ciudades importantes como Melun, Troyes y Ruan, además de la capital, París, la cual ha prosperado sobre sus dos márgenes, y en la que uno de sus mayores atractivos son los recorridos en los típicos bateaux mouches. Otro de sus atrayentes es el estuario que está en el puente de Normandía, uno de los más largos puentes asegurados del mundo, que une El Havre con Honfleur.
Tras días de lluvias incesantes que pusieron en alerta a todos los habitantes de París, el río Sena alcanzó este lunes su máximo previsto para los episodios de crecida. Trece de 96 departamentos administrativos franceses estaban en alerta de aluviones este 26 de enero. El organismo de monitoreo Météo-France, por su parte ha nombrado este el invierno como el más húmedo desde 1959.
Existe la probabilidad de que el cambio climático vuelva este tipo de evento mucho más frecuentes, así lo han sugerido un grupo de expertos y un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), por lo que a medida que pase el tiempo la cuenca del Sena necesitará mayor protección contra el riesgo de una crecida calamitosa. Un río que recorre de este a oeste la capital de Francia, rodeando algunos monumentos y museos de renombre, llegó este lunes a 5, 85 metros, más de 4 metros por encima de su nivel normal. Sin embargo, la crecida que ha paralizado todas las actividades turísticas que genera el propio Sena sigue siendo inferior a la de junio de 2016, que alcanzó los 6,10 metros, la peor de los últimos 30 años y por supuesto, dista mucho también de la crecida histórica de 1910 donde llegó a 8,62 metros, esta última causó daños significativos. Se prevé que las aguas empiecen a menguar, pero tomará semanas que la situación vuelva a la normalidad.
Por la inundación, tuvieron que ser evacuadas de sus hogares unas 1.500 personas en la región metropolitana de París. Según informes de la policía, unos 1.900 hogares permanecían el lunes sin suministro eléctrico y 700 sin gas. Los afamados «bateaux mouches», los navíos que transitan el Sena brindando una vista formidable de la Ciudad de la Luz, se hallan estancados desde hace varios días, a la espera de que el nivel del río vuelva a su estado natural. Los turistas, por tanto, sufren también las secuelas de este aluvión.
Los restaurantes y bares a la orilla del río se vieron obligados a cerrar sus puertas, dejando en paro a muchos empleados. El muelle del Sena, por donde los turistas o locales suelen pasear está bajo agua. Por su parte, la célebre estatua de un soldado del ejército francés, el zuavo, estatua que custodia el río y que sirve de referencia para medir las crecidas del río está mojado hasta los muslos. Sin embargo, los museos parisinos situados cerca del Sena tomaron previsiones. El Louvre, uno de los sitios más visitado del mundo cerró una de sus alas al público y ha estado en alerta en caso de que fuese preciso evacuar las obras que allí se encuentran, todas de un valor incalculable.
Por la crecida del río se ha visto afectada también la compañía ferroviaria nacional, SNCF. Una de sus líneas de trenes suburbanos, la RER C, que corre paralela al río en un túnel en el centro de París, varios trechos seguirán cerrados hasta el 5 de febrero. Las crecidas que perturban muchas de las regiones de Francia han tenido origen tras precipitaciones sorprendentes que cayeron en territorios ya saturados de agua.
El período de diciembre a enero ha sido uno de los más pluviosos desde que comenzaron a compilarse datos en 1900, así lo expresó el centro meteorológico nacional. Desde el 1 de diciembre, el nivel de precipitaciones ha sido más fuerte en algunos territorios de Francia, incluyendo París, donde han caído 183 milímetros de lluvia.
No es secreto para nadie que los parisinos viven con miedo a que estas crecidas con el paso del tiempo se vuelvan cada vez más recurrentes y pueda tener lugar una crecida como la histórica de 1910, que fue calificada como una importante catástrofe natural para París con daños semejantes entre 1.500 a 2.000 millones de euros.