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domingo, 7 de enero de 2018

Empate copero en el regreso de Dembelé

Por Aliet Arzola

Sin prisas, sin urgencias, el Barcelona afrontó el inicio del 2018, año que promete para la entidad azulgrana si continúan por el camino triunfal que ha labrado la plantilla y el técnico Ernesto Valverde en los últimos meses. Su debut en el curso fue ante el Celta de Vigo en la ida de los octavos de la Copa del Rey, partido que solventaron con un empate (1-1) a pesar de sacar a la cancha a su segunda unidad casi en pleno.

Con Messi, Suárez e Iniesta en Barcelona, y Rakitic, Alba y Sergi Roberto en el banquillo, los catalanes afrontaron el reto en Balaídos apoyados en jugadores poco habituales en los onces titulares, quienes, sin embargo, cumplieron con buena nota y solo les faltó afinar la puntería para terminar con ventaja en la pizarra. Liderados por un André Gomes que casi año y medio después volvió a parecerse a aquel centrocampista sólido del Valencia, el Barca sacó un resultado positivo contra la escuadra celeste, que, como casi siempre sucede, opuso resistencia y enseñó armas para hacer frente a un rival de jerarquía.

Con la magia y el toque particular de Iago Aspas y la profundidad de Pione Sisto por la izquierda, el Celta incordió al Barcelona, que sufrió sobre todo por la banda de Nelson Semedo, desde donde surgió la jugada del primer gol del partido, anotado precisamente por el vertiginoso extremo danés. Sisto, veloz, habilidoso e incisivo, puso en aprietos a Semedo, quien perdió varios duelos directos, aunque su partido fue de menos a más y terminó como uno de los hombres activos de la ofensiva azulgrana. Pero volvamos a André Gomes, el eje del Barca en el duelo de marras, el cual controló con mucha visión y ritmo, cuestiones que parecían haber desaparecido en el manual de un jugador con pase y disparo en sus días del Valencia.

Contra el Celta, el portugués mostró su mejor rostro, condujo con efectividad y se jugó a la velocidad que él determinó, apoyado en la presión de Paulinho, un obrero de primer nivel sin importar la cita. Si el Barca no pudo sacar más provecho de la visita fue porque ni Aleix Vidal ni Denis Suárez encontraron la fórmula para desbordar o hacerse sentir en acciones ofensivas, las cuales se redujeron a la insistencia de Arnaiz, un delantero de poder que con más oportunidades podría descollar. El ariete, de hecho, marcó el empate azulgrana a pase de André Gomes, y siempre tuvo la escopeta cargada esperando el balón correcto para rematar.

Sin embargo, al final las tablas prevalecieron en el marcador y ni siquiera la reaparición del francés Dembelé propiciaron el cambio. El extremo regresó luego de tres meses lesionado y enseñó su velocidad, aunque contó con muy pocos minutos para revolucionar el partido. El Barcelona entendió que un intercambio de golpes podía dejarlo mal parado y con una diferencia poco agradable de cara a la vuelta en el Camp Nou, por ello con el empate en la pizarra se enfocó en controlar la pelota, pero sin mirar al frente. Alejados de su portería y sin acercarse a los dominios celestes, los catalanes durmieron el partido durante muchos minutos, reservando fuerzas para definir la eliminatoria en Barcelona, frente a su público.