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miércoles, 3 de enero de 2018

Lo que tu aire acondicionado puede causarte

Por Diana Santos

Si bien es cierto que durante el invierno solemos agriparnos más… triplicándonos quizás la sensación de malestar; enfermar en verano es tremendamente molesto, y no solo porque nos perdemos baños en la playa o salidas nocturnas con amigos. La sensación de calor, junto a la tos, fiebre, dolor de garganta, o cualquier otro síntoma de los más comunes, nos irritan y causan molestias. Lo que quizás no sepamos es que muchas veces ese malestar nos lo buscamos nosotros mismos, haciendo un mal uso del aire acondicionado.

El aire acondicionado es un refrigerio en época de verano. Salimos a la calle bajo el sol, el tremendo calor, regresamos sedientos, sofocados; y de repente abrimos la puerta de casa, o la oficina y sentimos esa agradable frialdad que nos refresca. Y sí, sensorialmente es reconfortante, pero al mismo tiempo nuestra salud se resiente.

Este tipo de prácticas que implican cambios de temperatura, aire acondicionado mediante, representa una de las causas principales de la aparición de enfermedades como la rinitis, sinusitis y faringitis. ¿Por qué? Nuestra nariz actúa como un filtro que calienta, humidifica y limpia el aire que respiramos, con el objetivo de que llegue lo más puro posible a nuestros pulmones. Sin embargo, las temperaturas extremas, o muy altas o muy bajas, modifican las condiciones de inmunidad corporal, además de las del medio ambiente y de los gérmenes.

El más claro ejemplo es el de las cilias, esos pequeños pelos que se encuentran en nuestra nariz y cuya función es expulsar del organismo los gérmenes que se inmovilizan ante la presencia del aire frío y seco.

En época de invierno, los virus logran sobrevivir más tiempo además de que nosotros mismo creamos las condiciones ideales para la transmisión de persona a persona: como ambientes cerrados, hacinamiento, poca ventilación, etc.

El verano también tiene sus desventajas. El uso de los aires acondicionados implica enfriamiento del ambiente, menor humedad y acumulación de polvo en los filtros. Esto trae como resultado cuadros infecciosos o inflamatorios en las vías respiratorias. Cuando usamos aire acondicionado nos encerramos en espacios herméticos, facilitando de esta forma el contagio de gérmenes. De hecho, se ha demostrado que algunos tipos de neumonía se expandieron a brotes epidémicos por la transmisión de las cañerías de estos sistemas.

Ante tales circunstancias se recomienda acondicionar los ambientes con temperaturas entre 24 y 27 grados, tratar de mantener la humedad del ambiente usando la función de ventilación y mantener los filtros del aire limpios. De igual forma se sugiere evitar los cambios bruscos y frecuentes de temperatura para que el organismo se adapte, abrigarse, mantenerse bien hidratado y alimentado, continuar los tratamientos y cuidados para enfermedades respiratorias crónicas y no fumar.