¿Cómo afecta el cambio de horario?
El horario internacional suele cambiarse dos veces en el periodo de un año, en la temporada de verano y en la de invierno. Situaciones que, en dependencia, nos permite aprovechar mejor el día o la noche. Más allá de esta planificación de nuestro tiempo diario, el cambio de horario produce ciertas afectaciones imponiendo un reto corporal.
Se afirma que esto se produce debido a que provoca en el organismo transformaciones similares al desfase horario, también conocido como jet lag, que se puede padecer al viajar distancias largas por varias zonas horarias y suele desaparecer entre 48 y 72 horas después. Entonces, nuestro bienestar se ve afectado por el desajuste temporal entre el entorno externo y el reloj biológico interno.
Sin embargo, en un estudio publicado en ABC Ciencia, Pedro Gargantilla, médico internista del Hospital de El Escorial, en Madrid, España, el cambio de hora no afecta a todas las personas por igual, hay variables como la edad (se adaptan peor los niños y los ancianos), y el ritmo de vida que inciden significativamente en el proceso.
Es claramente un hecho que el cambio de horario incide directamente en el número de horas de luz natural que disfrutamos y, consecuentemente, afecta la cantidad de melatonina (hormona del sueño), producida por el organismo. el especialista español afirma que se trata de una alteración brusca, de un día para otro, “por lo que no debe sorprendernos que nuestro cuerpo se sienta ‘despistado’ inicialmente”. Las transformaciones que se producen en el cuerpo humano son mínimas y de carácter transitorio: sensación de más cansancio, mayor irritabilidad y dificultades en la atención y concentración.
El especialista recomiendo que si queremos sobrellevar de la mejor manera posible este reajuste horario lo único que debemos hacer es exponernos a la luz solar, puesto que con solo un par de horas diarias podrán funcionar para regular el ritmo sueño-vigilia. Igualmente el experto considera que adaptar paulatinamente el momento de las comidas y de acostarse en el nuevo horario, evitar la siesta hasta que el organismo se ajuste a la transición y, principalmente, no tomar bebidas alcohólicas ni medicamentos y tener buena hidratación para dormir son algunas de las medidas que contribuirán a adecuarnos al reajuste.
Por otro lado, algunas investigaciones científicas han demostrado que los desajustes reiterados consecuencia de los cambios de horario o los jet lag, pueden incrementar el riesgo de padecer ciertas dolencias asociadas a los niveles hormonales o el metabolismo. Por lo que debemos cuidar nuestro reloj biológico en esas ocasiones e intentar adaptarnos a estas situaciones de forma paulatina, pero adecuada.
