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viernes, 9 de marzo de 2018

Pánico y depresión, el bloqueo invisible en la NBA

Por MayitoWolf

DeMar DeRozan impactó a todos durante el pasado All-Stars de la NBA, al admitir en sus redes sociales que desde la niñez padece depresión. “No importa cuán indestructibles parezcamos, todos somos humanos al final del día (…) Todos tenemos sentimientos... A veces saca lo mejor de ti, donde todo lo que hay en el mundo encima de ti", relató DeRozan al diario The Star.

 

Su mirada melancólica y a ratos distante son -quizás- el único indicio visible del tormento interior del jugador franquicia de los Toronto Raptors. El juego es su terapia, un mecanismo de defensa de este oriundo de Los Angeles que inspiró a otros baloncestistas a abrirse sobre este serio problema.

Kevin Love, hijo del exjugador Stan Love y ala-pívot del Cleveland Cavaliers, confesó al portal The Players Tribune que dos meses después de cumplir 29 años sufrió un ataque de pánico en pleno partido contra Atlanta Hawks. El explosivo coctel de problemas familiares, mal dormir y rendimiento por debajo de las expectativas estallaron y el escolta abandonó el encuentro con el corazón latiendo a mil y sin respirar.

El regresado de UCLA acudió a un terapeuta para intentar entender qué originó la crisis. “Todos estamos pasando por algo que no se puede ver. La salud mental nos afecta a todos en algún momento u otro. Como DeMar dijo, 'nunca se sabe por lo que está pasando esa persona'", escribió Love, quien recibió el respaldo inmediato de la liga.

Después de Love y DeRozan, Kelly Oubre Jr. (Washington Wizards) contó en un podcast cómo lidia con la ansiedad y la depresión: “Esta **** es seria. Cuando sucede, simplemente entro en un lugar tranquilo y respiro (…) Soy muy bueno manteniendo una cara de póquer porque cuando era pequeño mi papá siempre me decía 'no dejes que nadie te vea débil'. Nadie ve que soy débil, pero en el fondo estoy pasando por mucho. El infierno va por dentro”, confesó el alero de 22 años.

Otros jugadores que padecieron este tipo de enfermedades mentales han sido Larry Sanderss, Keyon Dooling, Delonte West, el fallecido Eddie Griffin o el volátil Metta World Peace, el nombre que adoptó Ron Artest, tal vez para exorcizar sus muchos demonios. Jerry West, leyenda de los Lakers exaltado al Salón de la Fama, detalló en su autobiografía algunos episodios depresivos que lo llevaron al borde del suicidio.

Menos conocido es el caso de Royce White, estrella colegial que apenas ha jugado en la NBA por su Desorden de Ansiedad Generalizada (GAD, siglas en inglés), una enfermedad que afecta al 3.1 % de la población en Estados Unidos. La liga carece de una política o protocolo para estos problemas, y el más reciente acuerdo de negociación colectiva reclamaba recursos para darle al bienestar mental de los jugadores la misma importancia que a su estado físico.

Hasta que dichas políticas lleguen, sean cotidianas y realmente efectivas, que los jugadores salgan del mutismo y puedan abrirse sin verlo como un síntoma de debilidad o vulnerabilidad es, sin dudas, un importante paso de avance.