Un gol imposible para el Madrid
Un ejemplo de la genialidad futbolística evidente estaba en las filas del Real Madrid. Y es que hace ya dos décadas que el jugador brasileño Roberto Carlos hizo uno de los mejores goles de la historia jugando para dicho cub. Fue tan famoso ese tanto marcado que aún hoy se recuerda aquel partido contra el Tenerife. El golazo del jugador se ha catalogado como "un gol imposible".
Aunque hoy en día y por la popularidad que ha despertado un deporte tan estelar como el fútbol, la mayoría de los récords han logrado superarse, y algunas de las jugadas extremas han sido imitadas, algunos se han mantenido intactos en el tiempo. Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, además de otros actuales y valiosos jugadores, son las grandes estrellas del inicio del siglo XXI y han roto múltiples récords que estaban por batir desde hace muchos años. Además, por su juventud y talento, todo apunta a que otros se llevarán muchísimos más por delante.
Y es que no parecen jugadores de fútbol, sino ídolos de una generación que intenta imitarlos no solo en el deporte, sino en hábitos e incluso estilo y moda. Todos los símbolos relacionados con el deporte rey sirven de ejemplo a todos aquellos que dejan su alma en el estadio.
Sin embargo, muchas otras figuras también han hecho historia en el mundo del fútbol con su estilo y con sus insuperables marcas, historias que llaman la atención de esos fanáticos del fútbol que se cuentan por millones.
Un ejemplo claro está en las filas del excepcional club de fútbol blanco. Y es que hace ya dos décadas años el jugador brasileño Roberto Carlos hizo uno de los mejores goles de la historia del Real Madrid. Fue tan famoso el tanto marcado que aún hoy se recuerda ese partido contra el Tenerife. El marcazo de Roberto Carlos es catalogado como "un gol imposible".
El lateral izquierdo no solo corre a máxima velocidad con rumbo a una pelota que está en movimiento, a punto de irse por la línea del fondo, sino que también logra patear con un ángulo de 0,8 grados y meter el gol.
Para la sorpresa del portero, la pelota cambia su trayectoria esperable por una diferencia de tan solo un metro.
