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viernes, 13 de abril de 2018

Con esto, mejor no estresarse

Por Aisha

Comer es un placer y, admitámoslo, muchas veces es un pozo de escape sin fondo que tiene terribles consecuencias. ¿Cuántas veces no hemos estado tristes o estresados y la mejor salida es hacer nuestro un delicioso helado de chocolate? Está el ejemplo claro de una mujer china que en 2014, despechada porque su novio la dejó, no paró de comer alitas de pollo durante un tiempo como una forma de escape para acabar con el dolor por la pérdida. El caso se hizo viral y Tan Shen, de 26 años, vivió por el tiempo de duelo en un restaurant, porque, dijo, “tiempo para pensar”. A partir de esos ejemplos apareció el “comfort food”, un término donde la comida existe para, no solo darnos placer, sino también hacernos sentir mejor.

De gustos y costumbres en cuanto a comida hay bastante tela por donde cortar. A unos la tristeza nos da por consumir helados, pizza o sándwiches; a otros por alistas de pollo y a los habitantes de otras regiones raras con comidas raras.

Y es que las costumbres y las recetas culinarias van cambiando según la cultura, el clima y lo que la naturaleza puede ofrecer en las distintas regiones del planeta. Estas comidas raras podrían, por qué no, ser el aliciente de quienes la tienen entre sus platos tradicionales.

Resulta rato imaginarse a un mexicano deprimido comiendo larvas de hormiga.

Los escamoles son las larvas de las muy agresivas y gigantescas hormigas negras Liometopum que se encuentran en las raíces de las plantas de agave y los granjeros a menudo sufren picaduras mientras las capturan.

Para prepararlos primero hay que freírlas con mantequilla y especias, y luego se envuelven con una tortilla.

La consistencia es como de requesón, pero el sabor tiene toques de mantequilla y nueces. Se les conoce popularmente como “caviar de insecto”.

En Corea del Sur, por ejemplo, el Sannakji es un plato tan fresco que se sirve el pulpo vivo con semillas y aceite de sésamo. Los tentáculos, a veces, se pegan en el paladar o la garganta, por lo que hay —además— que saber tragarlo.

Para los fieles amantes del queso, está el que se elabora específicamente en Cerdeña, Italia. Está fabricado con gusanos y además huele fuerte. Casu Marza es un queso de leche de oveja blando y descompuesto que sirve de casa para las larvas de la mosca del queso.

Cuando pidas este plato verás cómo se mueven, y pueden saltar hasta 15 centímetros antes de que te los comas. ¡Para quien pueda!

Para los melancólicos o agobiados de Groenlandia, está el muktuk, un manjar aceitoso y gomoso lleno de vitamina C y D. Es piel y grasa de ballena boreal que se come cruda normalmente, pero si te apetece algo diferente siempre puedes optar por la versión frita.

La tarántula crujiente, de Camboya, dicen que es muy eficaz para los males de amores. Aunque este bichito es bien agresivo, dicen que su sabor es bastante agradable, como una especie de mezcla entre pollo y bacalao… sólo que con ocho extremidades peludas.

Claro que no se es nada recomendable, ante situaciones de tristeza o estrés recurrir al alcohol, por si lo hiciste y estás atravesando ahora una terrible resaca, recomendaría el jugo de ojo de oveja. Sí, es esa la cura tradicional para la resaca en Mongolia.

Se sirve un vaso lleno de zumo de tomate, vinagre y ojos de ovejas. Está lleno de vitaminas y es muy bueno para la pos embriaguez, pero muy posiblemente esta “cura” te dará más náuseas que dolor de cabeza.

¿Te atreves a probar algo de esto?