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jueves, 12 de abril de 2018

Eternos gladiadores romanos

Por Yordan

En términos puramente futbolísticos, la actuación de Roma en esta noche europea fue tan admirable que sería un error culpar al Barcelona por la derrota. Objetivamente viendo el asunto, el juego lo definió el equipo local con su aptitud y su actitud. Barcelona no perdió; Roma ganó claramente. No hay dudas.

Dicho esto, resulta conveniente mencionar que fue tan desgarradora la actuación táctica, atlética y deportiva de Roma, como absolutamente admirable la convicción de todos aquellos que anhelaban el triunfo de los capitalinos. Una semana después, los italianos recogieron el hilo que quedó colgando en el Camp Nou.

Pero siempre hay que señalar un culpable, entre tantos. Al menos yo, me decanto por la incapacidad del técnico culé de mover sus fichas en este juego y a lo largo de toda una temporada que agobia y te deja sin respiración en el instante menos pensado. Dijo Ernesto Valverde que el fracaso de su Barcelona para lidiar con la "agresión" de Roma fue la razón principal por la que su equipo salió y muy mal parado de la Liga de Campeones.

La salida del Barcelona se fue gestando de a poco y nadie lo notaba, menos Valverde y su séquito. En cada partido creaban esta derrota hasta que este martes los blaugranas dejaron la competición cabizbajos, tristes, sin fuerzas.

El Barça viajó a Italia con una ventaja de 4-1 en la ida y regresó a la Ciudad Condal sin nada. Edin Dzeko, Daniele De Rossi y Kostas Manolas ayudaron a Roma a completar un cambio improbable y a avanzar a las semifinales por gol de visitante. El bosnio anotó en el minuto 6 y pocos más se supo de los culés en todo el duelo desarrollado en el estadio Olímpico, y Valverde tuvo mucha culpa en este fracaso, pero no queremos culpables.

Ni el técnico ni sus jugadores supieron reponerse del tanto tempranero y pusieron marcha atrás con la misma determinación que han tenido en esta temporada que ya deja de ser del todo victoriosa. Nunca se recuperaron de ese revés temprano y pasaron la mayor parte del juego atrapado en su propia mitad, incapaz de incorporar a Lionel Messi al juego.

En cambio, el equipo de la Serie A, aupado por una afición llena de creencias, hizo de Barça desde el primer minuto. Por eso es que sería un error hablar de las fisuras de los catalanes antes de resaltar las potencialidades del enorme vencedor. La actuación de Roma fue demasiado admirable para solo hallar culpables en la selección culé.