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jueves, 19 de julio de 2018

El infierno que sufren los denunciantes de la corrupción

Por Sofía

Muchas veces sentimos miedo de denunciar algún delito o a la persona que lo comete. Este miedo aumenta o disminuye en dependencia de la naturaleza del delito. En este caso, en España existen reclamos en relación a los denunciantes de casos de corrupción que se encuentran sufriendo acoso y persecución actualmente.

El pasado año 2017 se enjuiciaron a más de 400 acusados en España debido a casos de corrupción. Sin embargo, ahora los denunciantes de tales injusticias, se encuentran a merced de más injusticias que ocurren en su contra. Ejemplo de ello es la historia de Ana Garrido, una de las piezas fundamentales para destapar el caso Gürtel.

Luego de diez años de la denuncia de Garrido, se emite la primera sentencia del caso, siendo condenadas por el tribunal unas 29 personas asociadas al Partido Popular que sumaron un total de 350 años en la cárcel. Todo esto acarreó como consecuencia la caída de la administración gubernamental de Mariano Rajoy, tras la moción de censura interpuesta por el Partido Socialista.

Ana Garrido perdió su trabajo, tuvo que abandonar su casa y su ciudad natal, porque sentía que su vida estaba en peligro. "Ni mis padres conocían donde vivía, porque estaba recibiendo amenazas de muerte, me intentaron echar de la carretera a la cuneta… Una serie de cosas, que aunque las denuncias, te las archivan por autor desconocido y te conviertes en un perseguido", confiesa Garrido al portal RT. "Mi vida no ha cambiado. Dame la enhorabuena cuando vuelva a tener una estabilidad laboral. Cuando duerma por las noches como antes, cuando ría como antes", explica la denunciante.

Roberto Macías, quien denunció las facturas falsas de los líderes andaluces del sindicato UGT, fue perseguido en disimiles ocasiones, perdiendo su empleo, adquiriendo deudas y necesito incluso de apoyo psicológico. "Te conviertes en un apestado", asegura Macías.

El silencio, el olvido y la indeferencia, tanto de los medios que en algún momento se hicieron eco de la denuncia de forma eufórica y del sistema, hacen que los denunciantes se conviertan en víctimas, en primer lugar del propio delito y luego castigados por la estructura social. Es por ello que muchos de ellos se arrepienten de haber denunciado, a pesar de haber sido lo correcto, debido a las consecuencias que ha traído para su vida.