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domingo, 18 de junio de 2017

El bloqueo que afecta al mundo entero desde hace más de 25 años

Por DesdeCuba

La política de los Estados Unidos hacia Cuba ha sido siempre un punto de tensión en las relaciones interamericanas. La pequeña isla caribeña ha mantenido una postura firme y ha resistido las amenazas y las políticas hostiles desde el norte como pocos en el mundo. Especialmente sobre una de estas políticas versa nuestro comentario de hoy. La anacrónica medida no ejerció mucha presión sobre la Isla durante la existencia del Campo Socialista, pero luego del derrumbe de este la situación económica se tornó desesperada. Además, demuestra que el discurso norteamericano sobre salvar al pueblo de Cuba no es más que una fachada.

El bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos a Cuba tiene una larga data. La medida fue tomada por el entonces presidente de la nación norteña John F. Kennedy en 1962; quién dio como pretexto una supuesta violación del derecho a ser indemnizadas que tenían las compañías americanas radicadas en Cuba al momento del Triunfo Revolucionario de 1959. En el nuevo contexto de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, el Bloqueo continúa en pie y en lugar de flexibilizarse se ha cumplido con más rigurosidad.

La anacrónica medida no ejerció mucha presión sobre la Isla durante la existencia del Campo Socialista, pero luego del derrumbe de este la situación económica se tornó desesperada. Igualmente, la política estadounidense ha sido rechazada cada año desde 1992 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, por un grupo creciente de países debido a su carácter extraterritorial y sus consecuencias para el pueblo cubano.

El Bloqueo está compuesto de un complejo entramado de leyes que, entre otras cosas, prohíbe a subsidiarias de empresas norteamericanas en terceros países comerciar con Cuba; lo cual es una clara violación del Derecho Internacional y una restricción a la tan defendida libertad comercial que propugna Estados Unidos. La Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) es la encargada de perseguir, cual animal de caza, las transacciones financieras cubanas para multar a quienes violen las regulaciones del Bloqueo. A causa de esto, las multas impuestas a lo largo de los años han sido de todo tipo. La de mayor monto fue impuesta al gigante financiero francés BNP-Paribas, esta contabilizó más de 8000 millones de dólares como castigo.

Recientemente, una nueva multa fue impuesta a una subsidiaria norteamericana radicada en Canadá. La American Honda Finance Corporation fue multada con 87 255 USD, debido al comercio de su subsidiaria Honda Canada Finance Inc. con la Embajada de Cuba en Ottawa entre febrero de 2011 y 2014. La anterior se suma a la multa al banco canadiense Toronto Dominion (TD) en enero de este año por un valor de 955 750 USD. Desde el anuncio del proceso de normalización (17/12/2014) las sanciones extraterritoriales contabilizan 2 842 429 064 USD.

Estas pruebas demuestran que el discurso norteamericano sobre salvar al pueblo de Cuba no es más que una fachada. Si esa es su verdadera intención debería de empezar por eliminar este tipo de prácticas, la cual además de dañar los intereses de terceros Estados en Cuba poco contribuye al desarrollo económico de la Isla.

El Bloqueo tiene un impacto significativo en sectores sensibles como la salud, la educación y la vivienda; dificultando el acceso a medicamentos y a condiciones de vida dignas a los cubanos. Por tanto, no se exageraría al decir que viola los Derechos Humanos, de los cuales EUA se ha auto titulado el garante mundial. La política de doble fachada de Estados Unidos hacia Cuba no es nueva. Por un lado, dice estar dispuesto a entablar relaciones normales. Por otro, mantiene la presión económica y no cesa en sus intentos de minar la economía cubana. La contradicción es desconcertante. Otra visión sobre el  asunto sugiere que Estados Unidos desea obtener la mayor parte del pastel en Cuba. El país caribeño se abre a las inversiones extranjeras y con las multas aspira a alejar la competencia y reservarse el mercado cubano. Esto constituye una práctica prohibida por la Organización Mundial del Comercio y una actuación de mala fe para con la Comunidad Internacional.