Los padres habían muerto, pero los cuatro hermanos no se dieron cuenta
Esta parece una historia salida de un libro de ficción, pero tristemente es bien real y ocurrió en Huelva, en España. Cuatro niños convivieron durante al menos cinco días con el cadáver de de su madre y la pareja de esta, sin saber que ambos estaban muertos. Los cadáveres de los dos adultos fueron hallados el pasado sábado 23 de septiembre en la localidad de La Zarza-Perrunal, después de que uno de los menores le avisara al casero de la vivienda que su mamá estaba muy fría y que estaba durmiendo demasiado. El casero, inmediatamente, le dijo al pequeño que abriera la puerta y enseguida fue hasta la habitación, de la cual ya salía un fuerte olor, y donde encontró a la pareja muerta en la cama.
El dueño de la vivienda no tardó en llamar a las autoridades de la Guardia Civil, y los menores, cuyas edades están comprendidas entre los 5 y 13 años de edad, fueron enviados con su padre biológico, quien nunca se había ocupado de ellos y por ende casi ni los conoce. Una situación que le añade un sentido más trágico a la historia, ya que los pequeños tendrán que convivir con un hombre que “”oficialmente” es su padre, pero que nunca se ha comportado como tal. Una segunda parte de esta triste historia tendría que ir aparejada con la pregunta de cuán pertinente es que el padre de los chicos se encargue de la custodia de estos. El futuro de Javier, de 14 años, y sus tres hermanos pequeños, Yeray, Jairo y Jaime, realmente resulta incierto, preocupante, desde el momento mismo en que estaban soportando con esta terrible normalidad.
Ante la ausencia de la madre, que no sobreasaba los 40 años, y su pareja, los pequeños se hacían todo ellos solos, desde prepararse comida hasta vestirse. Evidentemente esta familia estaba pasando por penurias económicas, porque la mujer había ido a los servicios sociales hace poco para recibir ayuda económica y de esta manera poder enfrentar el pago de la renta. Los oficiales encargados del caso determinaron que la pareja había fallecido luego de una “ingesta masiva de medicamentos”.
Rocío, que es el nombre de la madre; José Antonio, un militar retirado al parecer por una incapacidad y con el que llevaba varios años de relación; y los cuatro niños habían aparecido hace como 20 días en la minúscula aldea onubense de La Zarza, según cuentan los vecinos. Rocío había abandonado este lugar hace tres décadas antes junto a sus padres, y pretendía recomenzar su vida aquí nuevamente. Sin embargo, la vida no fue lo que encontró en este lugar, más bien la muerte, y el desamparo total de unos niños que durante cinco días no estuvieron conscientes de que ya estaban solos en el mundo.
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