Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Trump, ¿el Mussolini del siglo XXI?

Por ElizabethF.

Preocupación parece ser la palabra de orden para muchas personas desde que Donald Trump de convirtió en presidente de Estados Unidos. Incluso el fascismo ha vuelto a las noticias. Su discurso populista, su estilo amenazador que quedó ratificado una vez más esta semana en la sede de la Asamblea General de Naciones Unidas, ha llegado incluso a provocar comparaciones entre el magnate inmobiliario y connotados dictadores del pasado. En ese sentido, algunos lo comparan con el italiano Benito Mussolini, llegando incluso a encontrar semejanzas entre sus expresiones faciales.

Un siglo antes de Trump, Mussolini irrumpió en la escena política italiana con su doctrina y táctica poco ortodoxa y su personalidad desmesurada. Muchos italianos, incluida la clase política, no sabían qué hacer con Mussolini cuando el ex socialista fundó el fascismo como un "antipartido". Su movimiento había nacido de la convicción de que los partidos del stablishment estaban corruptos y no resolvían los problemas del país. Trump también ha sido considerado un anti-stablishment.

En medio de una crisis económica, su plataforma contenía una mezcla de principios nacionalistas, y tuvo gran cantidad de seguidores. Durante su gobierno, ejecutaron a miles de opositores políticos -incluyendo sacerdotes- en comicios y trenes, tiendas, escuelas y tabernas. Los italianos aprendieron en la década de 1920 lo que los estadounidenses están aprendiendo ahora: los autoritarios carismáticos que buscan cargos políticos no pueden ser entendidos a través del marco de la política tradicional. Ellos carecen de interés y paciencia para los protocolos establecidos. Con Trump ha sido un escándalo tras otro.

Según considera el especialista Ruth Ben-Ghiat, de The Atlantic, el ascenso de Mussolini al poder también ejemplifica otro rasgo del autoritarismo que Estados Unidos ha visto desde que Trump inició su campaña presidencial, y aún con más fuerza durante los meses de su gobierno: el líder carismático que prueba los límites de lo que el público, la prensa y la clase política tolerarán. Esta exploración comienza temprano y se logra mediante acciones polémicas y comentarios amenazantes o humillantes hacia grupos o individuos. La forma en que las élites y la prensa responden a cada ejemplo de empuje de fronteras establece el tono para el comportamiento futuro del líder y el de sus seguidores.

Por otra parte, los líderes populistas suelen comunicar sus intenciones claramente, para que personas de todos los niveles culturales los entiendan. Mussolini ciertamente lo hizo. Trump, por su parte, ha sido franco en su agenda. No es necesario etiquetarlo si siquiera como fascista para estar preocupado, y para admitir que Trump está poniendo a prueba la decencia estadounidense y la fuerza de su democracia.