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viernes, 6 de octubre de 2017

Hablar el mismo idioma y no entenderse

Por Eme

Hablan el mismo idioma, pero en muchas ocasiones, les cuesta trabajo entenderse, debido a las múltiples jergas que se usan en uno u otro país donde se usa dicho lenguaje. Por ejemplo el español argentino es un poco difícil de entender. Se refirieren repetidamente a sus amigos como "los pibes", que significa "los chicos" o "los niños" en el lunfardo, una forma de argot popular en Buenos Aires primero, y extendida a todo el país después. Están hablando español, pero su vocabulario está lleno de palabras que un ciudadano de otro país de habla hispana nunca había oído antes. ¿Mismo idioma? No hay garantías para entenderse.

El nombre 'lunfardo' insinúa la historia detrás de la jerga del español argentino. A finales del siglo XIX, oficiales de policía argentinos se dieron cuenta de que los ladrones y otros criminales pequeños usaban una nueva gama de palabras para comunicarse entre sí. Asumiendo que la jerga era una especie de jerga criminal, los agentes de la ley comenzaron a hacer listas de las palabras y frases que escuchaban. Ellos llamaron el léxico 'lunfardo', que significa 'ladrón' en español.

Pero según Oscar Conde, un profesor argentino que escribió dos libros sobre el tema, los policías estaban equivocados. "El nacimiento del lunfardo no está relacionado con la criminalidad", escribe Conde, "sino con la inmigración europea a la Argentina entre 1880 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial". Durante esos años llegaron a Buenos Aires cuatro millones de personas, en su mayoría italianos y españoles. La ciudad se convirtió, como dice Conde, en "una Babel de la vida real".

En Buenos Aires, a principios del siglo XX, las palabras italianas fueron rápidamente adoptadas en el habla cotidiana, a veces con ligeras modificaciones. La palabra italiana femmina (mujer), por ejemplo, fue acortada a mina; fiac (pereza) se convirtió en fiacá. Del mismo modo, bacán (de o relativo a la buena vida), biaba (tinte o perfume) y laburar (para trabajar) todos tienen una base en italiano.

Aproximadamente 6.000 palabras componen el léxico lunfardo. José Gobello, escritor argentino del siglo XX y fundador de la Academia Porteña del Lunfardo, institución sin fines de lucro dedicada al estudio del habla coloquial en Argentina, sugiere que el pibe proviene de la palabra italiana pivello, "joven" o "principiante", o quizás de pive, una palabra en el dialecto genovés que significa "aprendiz".

El juego de palabras en español - particularmente vesre, una forma de modificación del lenguaje en la cual la última sílaba de una palabra se mueve al principio - también contribuyó al desarrollo del lunfardo. La palabra "vesre" en sí es un juego del al revés en español, que significa reverso. "Amigo" se convirtió en gomía, "café" se convirtió en feca y "leche" se convirtió en chele. El lunfardo se extendió a través de la conversación cotidiana, y no pasó mucho tiempo antes de que el argot comenzara a aparecer en la literatura, el periodismo e incluso el teatro. Pero fue el nacimiento de la canción de tango lo que cimentó el papel del lunfardo en la cultura argentina.

El 3 de enero de 1917, en el Teatro Esmeralda de Buenos Aires, el cantante y compositor francés argentino Carlos Gardel -que pasó a convertirse en la leyenda más importante de la historia del tango- interpretó la canción Mi Noche Triste. A diferencia de la mayoría de la música del tango, que era más libre en la composición, ésta tenía un principio, una mitad y un final definidos. La letra estaba llena de lunfardo. El tango era la banda sonora de Buenos Aires, y el lunfardo estaba en el corazón de ella. "Hubo una asociación muy productiva entre los dos", dice Conde. "Las letras del tango contribuyeron a la difusión de la lengua; a su vez, el lunfardo le dio al tango un tono y un estilo”.

El lunfardo está tan profundamente arraigado en la cultura argentina que a veces ni siquiera se sabe lo que estás escuchando o hablando. Parte de la adquisición del lenguaje, después de todo, también es el mimetismo. Han pasado 100 años desde que Gardel inventó la canción icónica del tango que ayudó a tejer el lunfardo en la conversación cotidiana del argentino. Pero en Buenos Aires, la alegría en el lenguaje y la alegría en la música están muy vivas todavía.