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martes, 3 de octubre de 2017

Los piojos, la artillería de la escuela

Por Yamy

Los piojos no plantean problemas graves de salud, pero periódicamente preocupa y desespera a los padres, que impotentes no saben muy bien cómo actuar ante la escasa respuesta a los tratamientos, y el temor a convivir con esos incómodos parásitos. Aunque piojos puede tener cualquier persona, de cualquier edad, sexo, nivel social o cultura, son los niños siempre los más afectados. Las escuelas parecieran ser las mayores repartidoras de ese bichito, que no por diminuto, resulta menos molesto. 

El hombre ha convivido con la pediculosis desde tiempos antiquísimos. Pudiera parecer que la higiene y la costumbre tienen que ver, pero evidentemente no es así porque en la actualidad, a pesar de haber mejorado los estándares y la calidad de vida, los piojos siguen siendo un problema de salud pública en todo el mundo. Y por si fuera poco supone un costo muy alto si tenemos en cuenta los días de colegios perdidos, la ausencia laboral de los padres, así como el uso de los pediculicidas y la gran ansiedad que causa en quien tiene piojos como en sus acompañantes.

Lo increíble es que aún no se haya podido acabar con ese insecto apenas visible, pero que casi siempre se encuentra localizado. Influye la poca información sobre el agente causal en la comunidad general, incluidos los profesionales de la educación, las complicaciones locales y formas de contagio, y por supuesto, los tratamientos inadecuados, lo cual se hace evidente por la cantidad de personas que acuden a consultas de dermatología con ese padecimiento.

Los especialistas indican que la aparición de piojos no implica malos hábitos higiénicos, y que son más frecuentes en zonas urbanas o suburbanas, preferentemente en las superpobladas. Como ya sabemos, los más afectados son los colectivos infantiles. Las investigaciones epidemiológicas afirman que las edades más susceptibles se encuentran entre los 4 y 10 años, y por cada masculino hay dos féminas con piojos. La causa más probable es porque las niñas suelen tener el cabello más largo, además del intercambio de prendas que se propicia en los grupos femeninos. A través de peinetas, peines, cepillos, sombreros, gorros, bufandas o aparatos de audio personales, puede perfectamente transmitirse un piojo de una a otra persona, y una vez que llega uno, se multiplicará rápidamente.

Una inquietud que existe es sobre la capacidad de los piojos para volar, sin embargo, dicen que simplemente pueden dar saltos, además de caminar y agarrarse. El modo de contagio más seguro es el contacto directo de una cabeza con otra. Las zonas hacinadas, como las escuelas y aulas, suelen favorecer su propagación. Para poder combatirlos será preciso conocer su comportamiento, su particular recorrido piel-pelo y sus cambios morfológico-evolutivos. Esa será la calve para saber dónde buscar.

El piojo adulto es un insecto de 2-3 mm de largo y de color un poco marrón. Las hembras son las más grandes. La cabeza tiene un aparato bucal ideal para fabricar saliva y succionar sangre de su huésped. A partir de las 24 horas después de haber copulado puede pone de tres a diez huevos cada día, y durante toda su vida puede colocar unos 100 huevos o liendres cerca del cuero cabelludo. Tras una semana o diez días las larvas aún inmaduras salen del huevo e inmediatamente deberán ingerir sangre para poder vivir. Nueve días más tarde el piojo ya será adulto. Precisamente el envoltorio que deja la larva pegado al pelo es lo que permite saber qué tiempo de infestación tiene la persona afectada. Si se encuentra a una distancia menor de 6 a 8 mm del cuero cabelludo, se sabrá que ha sido reciente. Por eso al revisar la cabeza, si se encuentran liendres a más de un centímetro es probable que ya estén vacías, y que sean antiguas.

Del cuero cabelludo el piojo prefiere zonas de la nuca y detrás de las orejas porque allí la temperatura corporal será más elevada. La saliva del parásito y el procedimiento que realiza para succionar sangre es lo que provoca reacción alérgica, y eso se evidencia con dos síntomas fundamentales: el eritema y el prurito. La picazón continua en el cuero cabelludo es la señal más común, casi insoportable, aunque solo le sucede al 40% de los perjudicados. Puede tardar una o dos semanas en aparecer y el rascado intenso puede producir heridas e infecciones secundarias. Muchas personas no sienten comezón, sino cosquilleo o la sensación de que algo se mueve por la cabeza.

Para poder detectar el piojo es precisa la observación directa y paciente. Bajo una buena luz podrán localizarse piojos y las liendres adheridas al pelo. La mayoría de las personas infestadas suelen tener aproximadamente de 10 a 15 adultos.

Aunque existen diversos tratamientos, lociones y remedios caseros, lo más recomendable y certero, aunque agotador, es revisar y sacarlos uno a uno para matarlos. En ocasiones funciona realizar un exhaustivo cepillado sobre el cabello húmedo con un peine de púas finas, es importante revisar la zona de la nuca y alrededor de las orejas.