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viernes, 17 de noviembre de 2017

El arma secreta de Estados Unidos durante la Segunda Guerra

Por G_nkerbell

El teniente Manuel J. Chávez se encontraba en 1942, ciudad del estado estadounidense de Florida donde solo había algo más de 700 residentes y dos semáforos. Allí se dedicaba a pilotar aviones con un arma secreta que ayudó a derrotar a los nazis en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos había escogido ese aislado lugar ubicado en la costa sureste del país, para instalar una base aérea militar cuya operación era secreta, ni siquiera podía aparecer en el mapa.

Para las tropas estacionadas allí había varios requisitos que debían cumplir, como por ejemplo, que no tenían permitido pronunciar la palabra radar fuera de la base ni tampoco tomar apuntes en las clases técnicas obligatorias. Ello conllevó a que tiempo después se sabría que la instalación tuvo un papel clave en la destrucción de los numerosos submarinos alemanes que asediaban y atacaban las costas británicas y estadounidenses.

En todo el tiempo que tamaña operación estuvo vigente, sin embargo, los habitantes de Boca Ratón se acostumbraron al misterio de la base y se adaptaron al estruendo de los aviones militares despegando y aterrizando constantemente. Igualmente se habituaron a ver los dos únicos bares que había en el territorio repletos de jóvenes soldados qe disfrutaban de su tiempo en tierra con una bebida o una buena comida.

En una entrevista con BBC Mundo, Sally Ling, miembro de la Sociedad Histórica y Museo de Boca Ratón indicó que todos los de qaue se encontraban en la base de Boca de Ratón estaban formados para vivir en el secreto. Ella publicó en 2005 un libro sobre el tema, luego de haber pasado año y medio investigando sobre las actividades de la base aérea, periodo en el que incluso entrevistó a algunos de los militares que ahí trabajaron, como el veterano Manuel Chávez.

La escritora describe en su libro cómo la pequeña localidad cambió drásticamente y en escaso tiempo: entre junio y octubre de 1942, unos 35 mil obreros levantaron 800 edificios, entre los que había hangares, hospitales y residencias. Y el detalle que hizo único a este aeródromo, fue un potente radar microondas. Se trataba del magnetrón, que era un radar de 10 centímetros que generaba una potente energía de microondas sin necesidad de una red nacional de postes que midieran 15 metros.

Los británicos querían instalar ese magnetrón en las narices de los aviones para lograr que detectasen la ubicación precisa de los navíos de los alemanes sin que estos tuviesen forma de advertirlo. Pero como no tenían la capacidad de hacerlo solos, en medio de los cada vez mayores y hostiles enfrentamientos con los nazis, quienes bombardeaban Londres y además habían estacionado sus submarinos frente a las islas británicas.

Fueron los submarinos los que se convirtieron en el problema de Inglaterra, que, aunque había avanzado en la tecnología de radares, no tenía suficiente desarrollo técnico para enfrentarlos.

Por ello, con el apoyo del gobierno estadounidense, instalaron en el otoño de 1940 un laboratorio secreto en la sede del MIT en Cambridge, que llevaba el nombre en clave de Laboratorio de Radiación. Durante los siguientes cinco años, el Laboratorio de Radiación logró conclusiones sobresalientes a la tecnología de radares de microondas.

En en diciembre de 1941 Estados Unidos entró a la Segunda Guerra Mundial tras el ataque de Japón a la base naval de Pearl Harbor en el territorio estadounidense de Hawáiy en marzo de 1941, el laboratorio probó el primer sistema de radar de microondas dentro de un avión. Pero con la llegada del invierno, las condiciones del clima hacían más difícil realizar pruebas desde la escuela de entrenamiento de radares que tenía el ejército en Scott Field, Illinois.

Fue por ello que el alcalde de Boca Ratón, J.C. Mitchell, vio una oportunidad ante sus ojos y convenció a los funcionarios de la fuerza aérea estadounidense de hacer una visita a Boca Ratón. El cercano océano y el aislamiento del lugar fueron características que decidieron al ejército para establecer el aeródromo.

La instalación de Boca Ratón fue la única en todo Estados Unidos que probaba radares aerotransportados del ejército durante los años de la Segnda Guerra Mundial.