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sábado, 25 de noviembre de 2017

El sexo en las investigaciones sí importa

Por EvelynR

Como se han encargado de recordarnos desde tiempos inmemoriales y, bueno como hace patente la biología, las mujeres somos diferentes de los hombres. Sin embargo, parece que los científicos olvidan esta particularidad en ocasiones durante la realización de los ensayos médicos. Por lo general, la muestra suele ser masculina, tanto si se refiere a animales de laboratorio como a humanos. Y el problema de esto radica en que las diferencias de género hacen que hombres y mujeres no padezcamos de igual forma una enfermedad, reaccionemos de la misma manera a medicamentos, los tratamientos tengan la misma eficacia o provoquen similares efectos secundarios

Estas conclusiones, aunque parezcan obvias, se olvidan a veces, aunque según un estudio recopilatorio de investigadores de Estados Unidos y Dinamarca, es más probable que se tengan en cuenta cuestiones como el género y el sexo, en aquellos equipos de científicos en los que participe como uno de sus autores alguna mujer.

Con la revisión de más de un millón y medio de estudios médicos, los investigadores compararon la presencia de autoras en investigaciones con y sin análisis de género y sexo, para establecer hasta qué punto y en qué medida hombres y mujeres tienen en cuenta estos factores biológicos.

El principal problema de obviarlos es que en medicina, la diferencia de sexo y género puede ser arriesgado para la salud de las féminas. En ese sentido, como señala el coautor del estudio Sinc Mathias Nielsen, investigador de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, en determinadas áreas las diferencias pueden ser pequeñas, pero en otras, su comprensión puede mejorar el diagnóstico y prevención de enfermedades.

De hecho, otra de las participantes en el estudio, Londa Schiebinger, de la Universidad Stanford, en Estados Unidos,refiere por ejemplo que en el 2001, un informe del Gobierno de su país señalaba que de los últimos 10 fármacos retirados, tenían un riesgo mayor para la salud de las mujeres.

Algo que pudiera evitarse de manera tan sencilla como teniendo en cuenta los parámetros de sexo y género en los ensayos clínicos. Y no se trata sólo de pequeños fallos, sino que los errores provocan pérdidas millonarias y, peor aún, pérdidas de vidas o daños a la calidad de las mismas.

El olvido o la falta de inclusión de estos factores desde las etapas iniciales de los estudios se alarga por variedad de padecimientos, tanto a si que parece a veces como un poco de negligencia. Por ejemplo, si anualmente mueren más mujeres que hombres por problemas cardiácos, ¿por qué predominan los ensayos clínicos con hombres? Esto se repite en las especies animales y en los estudios de cáncer o de órganos en los que la diferencia entre géneros es mayor, como por ejemplo, en el hígado.

Sin embargo, existen tristes antecedentes que han llevado a que se disminuya la presencia femenina en los los ensayos clínicos. El caso principal fue el del sedante talidomida, que ocasionó el nacimiento de cientos de bebés con focomelia (extremidades cortas o inexistentes), llevando a tomar la decisión de excluir a las mujeres en edad fértil de los estudios.

Pero no podemos hablar de machismo en la ciencia pues en realidad, como advierte el estudio, aunque la presencia de mujeres en los equipos que desarrollan las investigaciones tiende a añadir el análisis de género y sexo que en aquellos en los que sólo participan hombres, (aumentándolo hasta un 30 por ciento más en comparación), la realidad es que ninguno de ellos lo aplica en demasía.

Pero la situación no se queda aquí, y es que el ser relegadas en la inserción en los ensayos clínicos es un elemento que se repite también en cuanto a presencia femenina en la realización de los estudios. De acuerdo con las estadísticas, la brecha de género se hace patente pues sólo el 40 por ciento de las investigadoras son las primeras autoras, el 27 por ciento de las últimas y, en general, representan un pequeño 35 por ciento de los firmantes en los estudios en el campo de la medicina.

Pero para resolver los problemas que causa el olvido de los aspectos de sexo y género en los estudios, la solución no puede ser únicamente una mayor presencia de investigadoras, sino que es necesario que los organismos responsables de la financiación y los propios investigadores se conciencien acerca de la necesidad e importancia de incluir el sexo como una variable biológica.

Otra recomendación radica en educar desde la base considerando esos aspectos, es decir, incorporándolos desde las propias escuelas de medicina y centros de formación de investigadores.