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sábado, 2 de diciembre de 2017

Educar, una obligación de todos

Por deltoro

Estar tranquilos y silenciosos no necesariamente indica buen comportamiento. Ser disciplinados es algo más. A veces los padres y maestros se quejan porque los niños y las niñas no se comportan bien. Los contactos interpersonales tienen mucha importancia en el comportamiento y desarrollo infantil y en el funcionamiento psicológico, escolar y familiar del niño. Desde su relación con sus hermanos en casa y sus primeros contactos con otros niños en su medio o en la guardería, los niños deben ir construyendo una serie de habilidades sociales, que forman parte de su educación y que de no establecerse de forma adecuada, pueden limitarle en muchos aspectos de su funcionamiento, además de producirle un gran sufrimiento emocional. Por eso, les quiero hablar un poquito sobre este tema.

Tengan en cuenta que en clase, por ejemplo, se nota la indisciplina cuando, por ejemplo, los mas pequeños de casa se distraen, juegan se comportan de forma rebelde y agresiva, desobedecen o hasta si son charlatanes, mentirosos, autosuficientes. Y en casa a veces no escuchan lo que dicen los padres cuando les piden que vayan a bañarse, que hagan la tarea o que no se peleen con el hermano o la hermana, por solo decirles algunas de las cosas que suceden.

Los niños y niñas deben saber que el portarse adecuadamente debe ser un hábito de todos los días y que existen reglas de comportamiento en todas partes que es necesario cumplir, tener en cuenta, ya sean las que rigen para la sociedad o las de la escuela, la casa, un hospital, un parque, en casa de un amigo. Si cada cual hiciera lo que mejor le parece en el mundo y con malos comportamientos, la vida no sería nada agradable. Un niño habitualmente activo y despierto se muestra decaído, inapetente. En cambio, otro niño, en general tranquilo, presenta conductas que denotan intranquilidad, inquietud, falta de atención, actividad constante, perturbaciones en el sueño, ataques de furia, etc.

Es también importante saber que los niños y las niñas necesitan disciplinas para ser felices y tener una buena adaptación personal y social, que quiere decir que si son disciplinados entienden las normas establecidas, las cumplen, las respetan, sin que ello implique el silencio, el no ofrecer sus opiniones y participar en el intercambio. Si son disciplinados, van a sentirse mejor en la casa, en el barrio, en la escuela, en todas partes y serán más queridos y admirados por todos y sobre todo por sus compañeros y amigos.

Hay amistades que a veces contribuyen a la indisciplina, que piden a los demás que participen en cosas mal hechas, porque ellos son indisciplinados y necesitan apoyo para seguir en sus fechorías. En eso hay que estar atentos, pues no hay por qué seguir el mal ejemplo si realmente queremos llegar a ser ciudadanos dignos y educados. Otras veces, y seguramente ustedes lo han escuchado en algún momento, hay quienes insisten a sus padres en hacer algo porque otro lo hizo y dicen: Pero, por qué no, si fulanito hizo tal cosa o fulanito tiene tal cosa. Y no se trata de imitar, hacer lo que el otro, sino pensar primero en la acción, en el hecho y en el comportamiento, si es correcto o no, si va a ayudar o no.

Un último detalle: no todos los que nos rodean, incluidos muchos adultos, han sido capaces, o no han tenido la posibilidad, de similar positivamente las reglas de comportamiento, ya sean sociales, escolares o en el hogar, y sus acciones dejan mucho que desear; es decir, no dan el ejemplo. Entonces, hay quienes pueden pensar que no es necesario comportarse bien allí donde muchos lo hacen mal. Pues esto es una equivocación. No hay que ser tonto, sino activo en estos casos. Y con ello quiero decirles que deben reflexionar ante lo mal hecho y siempre que puedan traten de corregir las malas acciones. No todo se alcanza en un día. Por lo pronto, empiecen por ustedes y traten de sumar. Por ejemplo, hay a quienes no les gusta la comida que han preparado en casa y muestran desprecio o, peor todavía, hacen gestos desagradables, lo que es de pésima educación. Tal vez la comida no estaba del todo mal, pero no era de tu gusto. Eso no esta bien, hay que tratar de pensar en la persona que hizo el esfuerzo y procurar entender lo sucedido, y si no nos gusta, simplemente no comerla o sustituirla; pero ni gestos desagradables, ni palabras hirientes para otros.