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viernes, 12 de enero de 2018

La cultura cubana en tiempos de Lady Gaga

Por ernestodacostamontiel

Alejandro ahora celebra Halloween, prefiere la serie Glee y para su cumpleaños quiere el último disco de Lady Gaga; estas y otras tendencias marcan cada vez más el consumo cultural de los jóvenes cubanos. Nuevos gustos surgen en la Isla con el auge de la globalización mediática, caracterizada por el apogeo de las tecnologías de la información, el consumo acelerado y las industrias culturales; algunos culpan la escasa producción y el necesitado mercado artístico cubano. Los jóvenes, principalmente, llenan su espacio consumista de productos audiovisuales, moda, música y celebraciones ajenas a la sociedad cubana, con utilidades extranjeras obtenidas por diferentes vías.

Algunas tendencias incluyen festividades como Navidad o ver series, películas y documentales foráneos. “El festejo de fechas como Halloween, Navidad o Pascuas está ajeno a nuestra idiosincrasia, pues sabemos que en el mundo, alrededor de esas celebraciones, hay un mercado con fines de lucro, el cual vende puras tradiciones occidentales”, aseguró Jorge Chirino, profesor de Filosofía. “Fenómenos como la llegada de Santa Claus sustituyeron la leyenda de los Tres Reyes Magos, característica de la cultura hispanoamericana”, agregó Chirino.

Por otro lado, Alejandro Echevarría, estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana, comentó: “me gusta celebrar Halloween; es muy divertido bailar en una fiesta las canciones de Lady Gaga vestido de diablo o de vampiro”. Tendencias como esa, muchas veces son consideradas imitaciones distantes de la realidad nacional, pero es evidente que los jóvenes la consideran suya y también una práctica “viable” en la sociedad cubana contemporánea.

“Desconozco si se trata de globalización cultural; podría realizarse un estudio más profundo y mejor ilustrado de tal tema, sin temerle a la complejidad de la globalización como fenómeno”, argumentó el estudiante. “Tampoco debe considerarse negativa o positiva, simplemente es necesario determinar hasta qué punto puede afectar a cada individuo y a la sociedad en general”, concluyó Alejandro.

La Real Academia Española (RAE) define el término globalización como el proceso de globalizar, es decir, la transformación de fenómenos locales en globales, y como el proceso mediante el cual la humanidad se integra en una única sociedad. Los Estados Unidos de América constituye uno de los ejemplos más citados cuando se habla de globalización, pues mantiene una indiscutible hegemonía cultural, al punto que Nueva York, una de sus ciudades más importantes, es hoy el eje de la moda en el orbe.

Unas 90 millas separan a Cuba del país anglosajón y otro fenómeno como la tendencia hípster, cruzó desapercibida el Mar Caribe y se consolida en la actualidad como moda entre los jóvenes cubanos, de la misma forma que hace pocos años era difundida la subcultura emo. “Es un estilo en el cual se mezclan ropas usadas con piezas modernas, preferentemente de marcas reconocidas”, aclaró Lázaro Carrasco, seguidor de la tendencia hípster. “Los cubanos, que nunca queremos quedarnos atrás en nada, también nos hemos sumado a esta moda, no todos, por supuesto, sino una parte de los jóvenes y algunos que otros adultos”, publicó el portal CubAhora.

Varios artistas del archipiélago optan por llevar el estilo hípster que proviene del inglés y significa persona sofisticada y en onda, entre ellos conocidos cantantes como David Blanco, Adrián Berazaín, M Alfonso, Raúl Paz y Diana Fuentes. Los seguidores de esa tendencia utilizan referentes internacionales norteamericanos provenientes de series, películas y revistas como Vogue, Cosmopolitan o Vanity Fair.

Aunque en el presente exista una marcada influencia de productos, costumbres (generalmente norteamericanas) y nuevas tecnologías, en parte gracias a la flexibilidad de la reciente política de emigración, el hecho, además, tiene antecedentes históricos. Desde la etapa neocolonial, varias fueron las posturas en contra de una dominación estadounidense y se tornaron más agresivas en los temas relacionados con el arte, a partir del momento que se percibió tal dominio como una posible amenaza para la cultura cubana.

A principios del siglo XX, Fernando Ortiz insistió sobre la necesidad de consolidar una cultura propia como base de la nacionalidad; el antropólogo hizo algunas críticas a las influencias extranjeras, y en particular a la del norte, sobre disímiles manifestaciones artísticas de la Isla. Ortiz, en su texto Las carrozas norteamericanas, relaciona la penetración estadounidense hasta con los carnavales de 1908 y lamenta el estado de la creatividad en esa época: “¡Pobre pueblo mío, intervenido hasta en sus carnavales!”.

El intelectual también mencionó en su obra el proceso de transculturación como elemento imprescindible en la formación de la cultura nacional. “Como la cultura cubana es una mezcla de otras culturas, estamos vulnerables a estos fenómenos de influencia extranjera, si partimos de no tener una cultura madre sobreviviente como la aborigen”, señaló Nerys Estrada, profesora de Historia de Cuba. “Tenemos una afluencia cultural judía, árabe, asiática, española y, por supuesto, estadounidense”, destacó la educadora.

Por último la profesora explicó que aunque la juventud acoja costumbres y consuma varios productos audiovisuales o tecnológicos extranjeros, “esto no significa una separación absoluta de nuestras raíces culturales y tradiciones, es solo un reflejo del arduo trabajo aún por realizar”. Sobre tal problemática Erich González Lima, periodista de Radio Ciudad del Mar, escribió en la página oficial de la emisora: “diseñar una política acorde a las preferencias de los jóvenes, sin renunciar a la ineludible formación de valores (…), constituye una de las tareas pendientes para equilibrar la dispareja balanza”. Subrayó además que es innecesario un doctorado para comprender los efectos de la crisis de valores actual, la cual parte de la influencia de los productos culturales foráneos.

Thalía Mérida, estudiante del IPVCE Vladimir Ilich Lenin, aseguró tener más fácil acceso a los productos extranjeros que a los cubanos. “Un ejemplo es la reciente película cubana Contigo pan y cebolla y la norteamericana The Hunger Games, pues si la primera la veré dentro un mes como mínimo, la segunda, al día siguiente de su estreno, pude tenerla a través del paquete semanal”, afirmó Thalía. “Si se habla de series prefiero Glee que SOS Academia; y me siento más identificada con la serie estadounidense porque está creada para que los conflictos dentro de ella formen parte de culturas tan distintas como la cubana, e incluso la de China”, subrayó la estudiante.

Pero los gustos de Thalía contemplan un problema algo difícil de solucionar: la producción, y una necesidad poco compleja de corregir: la realización de estudios de recepción o audiencia. El desarrollo de tales investigaciones es la razón por la cual es tan exitosa y seguida por los jóvenes la controversial Lady Gaga, mientras que los representantes de un maravilloso género como la nueva trova deben hacer otras “maravillas”, aparte de su música, para ser reconocidos artísticamente al menos en La Habana.

Sin embargo, interesantes encuentros como las semanas de cine, apuestan por el intercambio cultural, la generación de valores y hasta espacios de entretenimiento, que sin ser aburridos fomentan el crecimiento moral y profesional de todas las generaciones de la sociedad cubana, pero de la juventud en específico. Dicho de otra forma por el periodista Erich González Lima: “más allá de las características generacionales, debemos defender nuestra idiosincrasia y la maravillosa historia que protagonizamos. Al final (…), los jóvenes cubanos serán los beneficiados”.

Y aunque el joven Alejandro ahora celebra Halloween, prefiere la serie Glee y para su cumpleaños quiere el último disco de Lady Gaga, inconscientemente piensa en el futuro cultural de su nación, lejos de reiterados, pero necesarios estereotipos.