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viernes, 18 de mayo de 2018

¡Cuidado con el polvo lunar!

Por Aisha

En la luna, la larga historia del bombardeo de micrometeoritos ha pulverizado prácticamente la superficie rocosa creando una capa de polvo del suelo lunar o regolitos. Este regolito lunar podría ser un buen material científico e industrial. Pero para los astronautas del proyecto Apolo y su instrumental, este fino y arenoso material fue definitivamente un problema, refieren sitios especializados. En la superficie lunar en diciembre de 1972, los astronautas del Apolo 17 Harrison Schmitt y Eugene Cernan necesitaron reparar uno de los rovers, en un intento de mantener el polvo alejado de ellos mismos y de las ruedas.

 

Según un estudio de científicos estadounidenses publicado en GeoHealth, los futuros astronautas pueden enfermarse de bronquitis y cáncer al respirar polvo lunar, incluso en pequeñas cantidades.

Para demostrar esa tesis, el equipo de la Universidad Stony Brook expuso células de pulmón humano y de cerebro de ratón a muestras de suelo lunar simulado. Como resultado, en ambos casos se observó el fallecimiento en un 90 por ciento.

Acorde con los autores, ante la ausencia de atmósfera, la superficie del único satélite natural de la Tierra ha sido sacudida por meteoros y micrometeoros durante miles de millones de años, lo que ha creado una fina capa de polvo superficial.

Al decir del autor principal, Bruce Demple, las partículas muy pequeñas en un rango respirable o inferior pueden interactuar directamente con las células.

Si hay viajes de regreso a la Luna que implican estancias de semanas, meses o incluso más, probablemente no será posible eliminar ese riesgo por completo, subrayó Demple.

Esta advertencia incluye no solo al único cuerpo celeste en el que el ser humano ha realizado un descenso tripulado, sino también Marte y otros cuerpos terrestres como Mercurio, apuntaron los científicos.

El riesgo de inhalación de polvo es más alto en la Luna que en la Tierra, debido a que allí la gravedad reducida evita su rápida sedimentación una vez que se dispersa.

En el exterior, los trajes espaciales evitan que entre en contacto con el organismo, pero el problema está en que se cuela fácilmente en las áreas de trabajo y las habitaciones de los astronautas, como ya se ha podido constatar.

Una vez en las vías respiratorias, las partículas pueden causar la necrosis del tejido pulmonar, lo que se traduce en trastornos respiratorios y cardiovasculares; y crisis inflamatorias, que abren la puerta al cáncer.

Por otro lado, al igual que el asbesto y las cenizas volcánicas terrestres, el polvo lunar penetra a gran profundidad en los tejidos del pulmón, un desastre que es potenciado por la microgravedad. Esto es tanto o más peligroso que la exposición prolongada a los protones y la radiación ultravioleta.