Canadá logra su acuerdo con la UE
Siete años de gestación y varios días de negociaciones han sido los obstáculos a salvar para que la Unión Europea y Canadá firmasen ayer el pacto para la CETA, el primero de este calibre que el bloque europeo negocia con una potencia industrializada. La firma del tratado contempla la ampliación del comercio internacional entre ambos interesados, revocado alrededor de 9 mil aranceles, entre los que se encuentran productos industriales, agrícolas y alimentarios. La CETA tiene también la intención de abarcar el sector de los servicios, incluyendo la banca y los seguros. ¿El más beneficiado? Canadá, que buscaba el pacto para empujar el crecimiento económico del país.
La región federal de Valonia (Bélgica), después de semanas dando guerra y oponiéndose al tratado, levantó el veto el viernes permitiendo que la Unión Europa y Canadá firmasen el acuerdo de libre comercio. El convenio, además, sentará las bases para los futuros pactos con terceros países en materia de acuerdos comerciales. Gracias a la CETA – y a la tozudez de Valonia, que insistió en ello – se modernizará el sistema de tribunales de arbitraje para resolver litigios entre inversores y estados. La CETA supone una victoria frente la lucha contra la antiglobalización, un sentimiento en alza en Europa.
El acuerdo podrá empezar a aplicarse de forma provisional una vez la el Parlamento Europeo lo ratifique en Diciembre. Pero para darle la legitimidad adecuada y ponerlo todo en orden, tendrá que ser avalado por todos los parlamentos nacionales y regionales que configuran la Unión Europea, que son más de 30. Este largo proceso podría extenderse hasta dos años. Las dificultades para la firma del tratado han puesto en duda la capacidad de negociación de la UE, sobre todo ahora que las relaciones comerciales con Estados Unidos empiezan a flojear. Del mismo modo, la CETA podría servir de modelo a la hora de elaborar un tratado para los acuerdos con Inglaterra una vez Reino Unido abandone definitivamente la Unión.