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viernes, 28 de octubre de 2016

Con visto bueno del ministro-presidente de Valonia

Por Economía Newsgur

Paul Magnette es un hueso duro de roer. Por ahora ha aceptado sumarse al tratado para el comercio internacional entre Europa y Canadá, comúnmente conocido como la CETA. Pero se reserva un as en la manga porque si en el plazo de un año no está satisfecho con el resultado puede pedir la revocación a Bélica, según estipula el tratado que ha firmado el gobierno federal para convencer a líder valón.    

Canadá ya había tirado la toalla tras 10 días de negociaciones entre los pesos pesados Europeos y Valonia. Justin Trudeau canceló ayer el billete de avión a Bruselas, pero dos horas más tarde le comunicaron que Bélgica había puesto orden en su casa y que la CETA tiraba adelante. Las garantías que Magnette ha exigido a Bélgica son asumibles, y es de esperar que se lleven a cabo: protección para la región de Valonia, tradicionalmente industrial, que se enfrentará a los productos de importación canadiense. También se reserva el derecho a tumbar el tratado si no hay cambio en el tribunal de arbitraje para decidir sobre los conflictos entre Estados y multinacionales.  

La población valona conforma únicamente el 1% de población europea, pero sin embargo han tenido en vilo a las dos potencias interesadas en el trato. ¿Es esto democracia extrema? Paul Magnette se ha convertido ahora en símbolo mundial contra la globalización y ha ganado el pulso a la UE, aceptando un trato en condiciones favorables para los de su casa. Su actuación, ¿defiende Valonia o perjudica Europa?