Imprimir comida
La última novedad de las impresoras 3D es que en un futuro próximo podrán imprimir comida. Todavía no están implantadas entre el consumidor final, pero numerosos expertos ven ventajas en el terreno de alergias o intolerancias alimentarias, pudiendo incluso incluir menús sin gluten llegando a controlar de forma exahustiva los ingredientes de las comidas. Así lo augura el nutricionista Alex Vidal, profesor de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya.
Según Alex Vidal, de momento las impresoras 3D han conseguido entrar en las cocinas de los grandes restaurantes y servicios de comida, pero esta innovación aspira a convertirse en un electrodoméstico más que busca su lugar entre dispositivos de uso diario en nuestras cocinas como la cafetera o la tostadora. «Con esta nueva herramienta puedes diseñar elementos, volúmenes y texturas para dar una vuelta más a las diferentes propuestas y los platos que hacen grandes restauradores», ha asegurado. Y es que han sido varias las empresas que se han visto interesadas por la impresión 3D de comida. Una es la empresa barcelonesa Natural Machines, la cual comercializa la Foodini, una máquina que funciona con cápsulas e imprime una gran variedad de alimentos, tanto dulces como salados. Sin embargo, a nivel internacional otras compañías también se han lanzado a trabajar con esta novedosa técnica, llegando una de ellas a crear un modelo capaz de nutrir saludablemente a los astronautas.
La mayoría de impresoras 3D de comida funcionan de manera similar a una manga pastelera, añadiendo capas de comida, siendo habitual que se empleen ingredientes cremosos y no duros, como chocolate, crema de queso, pasta, helado... Vila ha puntualizado que todavía no se puede imprimir con todo tipo de ingredientes. Para imprimir una pizza o un pastel, hay que incluir los ingredientes en la máquina, programarla y esperar a que prepare el plato, lo cual puede tardar desde cinco minutos hasta veinte o media hora, dependiendo de la receta y la dificultad.