Los socialistas franceses también tienen problemas
Las primarias que se celebraban este fin de semana han dejado un claro perdedor, el exministro de Economía Arnaud Monteboug. Los que se verán las caras en la segunda ronda de estas primarias serán el exministro de Educación Benoit Hamon y el ex primer ministro Manuel Valls. El que resulte vencedor no solo tendrá que liderar el partido socialista, sino que también tendrá que hacer una fuerte campaña para reconquistar los corazones desencantados con la gestión de Francois Hollande. Mucho trabajo les espera porque ayer el periódico Le Monde desveló que se habían falseado los resultados de la primera vuelta… para aparentar una mayor participación.
Según Le Monde, los socialistas habrían añadido un 28% a la participación real. El porcentaje de votos entre participantes no habría variado, porque a cada uno de ellos se le habría sumado un número parecido de votos. Así, la intención del partido era, simple y llanamente, sacar músculo donde no lo hay. Luego, el partido se intentó disculpar diciendo que se trataba de un "error humano", pero ninguno de los candidatos ha dicho nada al respecto.
Y ¿qué hay de los dos candidatos? Hamon se llevó el 35% de los apoyos. El exministro de Educación representa a los más socialistas entre los socialistas, los conocidos como burgueses-bohemios. Hamon se ha metido en el bolsillo a los jóvenes de grandes ciudades con propuestas tan controvertidas como innovadoras: la legalización de la marihuana, el acortamiento de penas de cárcel, impuestos a robots y una transición ecológica. La propuesta estrella, sin embargo, ha sido la aplicación de una renta básica universal de hasta 750€ para todos los franceses mayores de edad. Además de haberle pasado la mano por la cara al ex primer ministro, Hamon cuenta con el apoyo de Arnaud Monteboug, que le ha ofrecido sus votantes.
Sorprendentemente y en contra de todos los pronósticos, Valls quedó en segundo lugar con un cercano pero insuficiente 31%. El ex Primer Ministro ha adoptado una actitud más moderada – casi continuista con el gobierno de Hollande – y ha apostado por medidas “factibles”. Manuel Valls lo tendrá crudo para situarse en la cima del partido: la estrecha relación con Hollande y la moderación de su discurso en un momento de radicalización política le pueden hacer perder el liderazgo.
Mientras tanto, y en el polo opuesto, Marine Le Pen va cogiendo fuerza para hacerse con la presidencia. ¿Ha llegado la hora de los extremos?
