Espabilamos o qué, ¿señor Rajoy?
“No entiendo al Gobierno de España”, decía Juan Diego, un lector de La Vanguardia, ya en 2013. No creo que sea el único que no comprende las políticas del Estado, que parece tender la mano, pero después, uno solo encuentra el vacío. En su carta al director, este ciudadano madrileño pone de manifiesto la incoherencia del Gobierno ante Cataluña, que ha sido “motor de España desde antes de la democracia”. Y es que es innegable que Cataluña ha sido una de las comunidades puntales del país, pero el Gobierno central parece olvidarlo y en vez de mimar la fuente de ingresos se dedica a provocar rechazo con antipáticas medidas y desagradables comentarios.
Juan Diego empieza su carta al director con la conclusión de que se siente independentista catalán. Decía este madrileño – al que erróneamente se ha relacionado con el actor español con el que comparte nombre – que a Cataluña debería cuidársela, como quien cuida el motor de un coche. Es innegable que se trata de una de las comunidades más fuertes, y si el Estado quiere que siga siendo así, debería abandonar las amenazas veladas e invertir y mimar la fuente de riqueza. Que tan difícil no puede ser, que ya lo hacen en Madrid o País Vasco (que goza de un concierto económico).
Cataluña no entrará en una recesión irreversible si se independiza, pero España habrá perdido no solo dinero, sino a siete millones y medio de personas, un idioma enriquecedor, una puerta al Mediterráneo, a su segunda capital, Barcelona, y a un potente foco para la industria internacional y un importante destino turístico. No se puede esperar solidaridad de Cataluña con las demás comunidades si el Estado desatiende las peticiones de los catalanes. Desde Catalunya quizá esperan que el gobierno muestre hacia los catalanes la misma empatía que Juan Diego. Mientras esto no ocurra, el discurso del miedo seguirá perdiendo efecto. ¿Hasta cuándo durará? ¿Espabilamos o qué, señor Rajoy?