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martes, 7 de febrero de 2017

Ser o no ser madre, esta es la cuestión

Por MontseV

Es de tontos pensar que tener un hijo es como tener una planta. Es obvio que vas a tener que levantarte por la noche a darle de comer. Es obvio que va a llorar y berrear si nadie le hace caso. Y es obvio que vas a tener que sacrificar tus pequeños o grandes caprichos para dedicarle tiempo a esa cosita que, por hacer, no hace nada. Polémico el libro de Samanta Villar, en el que intenta descubrirnos que la maternidad es un mundo oscuro, casi tabú, del que nadie nos habla. ¿Quizá porque todo lo que “denuncia” es demasiado evidente? Samanta, estoy segura de que alguien (¿quizá tu madre…?) perdió mucho su tiempo personal en cuidarte, y ¿hasta ahora no te has dado cuenta?  

Varias madres – e hijos – se han revelado contra el nuevo libro de Samanta Villar, Madre hay más que una. Y es que sus quejas no son nada del otro mundo. A nadie en su sano juicio se le ocurriría escribir un libro sobre el frío que hace en invierno si sales a la calle en manga corta. Pues muy bien, pero es que lo sabe todo el mundo.  

Distinto sería si Villar recogiese en su libro las dificultades reales que tiene alguien que quiere ser madre. Cómo el presupuesto para el aborto es superior a las ayudas a la maternidad, cómo los permisos en el trabajo pueden llevarte al despido, o cómo el paro juvenil hace que las mujeres se vean obligadas a retrasar la maternidad, pudiendo ser esto perjudicial para la salud de la madre y el bebé.  

Y es que en España tenemos problemas con la natalidad derivados de unas políticas nefastas y de un sentimiento social de egoísmo: el de no querer poner por delante la vida de otra persona. ¿Consecuencias? Por ejemplo, en este pasado 2016, las muertes superaron los nacimientos, lo que provoca un envejecimiento de la sociedad: somos un país de viejos, tal cual. Y a la larga – entre muchos otros problemas – las pensiones no se podrán pagar: basta mirar la pirámide demográfica. Ya me explicaréis de donde saldrá el dinero si aumentan los jubilados y no hay trabajadores – es decir, gente cotizando en la seguridad social.  

Pero, en fin, si Samanta Villar (y otras mujeres) está convencida de que la maternidad es una ****, que dé en adopción a su hijo y que se compre una planta, que para cuidarla pocas responsabilidades hacen falta. Ahora, la gratificación personal cuando salgan unos brotes verdes no será la misma que cuando el niño diga por primera vez “mamá”.