El barco Filipino y su nuevo timonel
El nuevo presidente filipino parece simpatizar con los gobiernos de China y Rusia, por lo que desde Manila se han dado pasos dirigidos a un acercamiento con el gigante asiático
Durante su última visita a Beijing, Delfín Lorenzana, titular del Ministerio de Defensa de Filipinas, firmó una carta de intención con una de las cuatro primeras compañías chinas de la industria armamentista Poly Technologies. El documento fue suscrito en el marco del Belt and Road Forum en la capital china.
El aumento de las tensiones en este lado del planeta ha hecho a muchos países considerar sus presupuestos de defensa. Las pruebas nucleares coreanas y la ineficacia de la Comunidad Internacional en el tratamiento del tema han provocado un aumento en el índice de inseguridad. Así, se puede apreciar un rearme de la zona, volviéndola más explosiva de lo que actualmente es. Particularmente, Filipinas tenía previsto un presupuesto de defensa para cinco años de 2.000 millones de dólares, cifra que al parecer estará sujeta a un aumento.
Sin embargo, el posible cambio de mercados para el armamento llama la atención. Desde 1898 hasta el 4 de julio de 1946 el territorio se encontraba bajo el dominio de los Estados Unidos. Con la independencia, el nuevo Estado filipino se convirtió en un aliado incondicional de los norteamericanos, el cual albergaba importantes bases militares. Para 1950 tres cuartos de las importaciones de armamento se realizaban desde EUA, según las investigaciones del Instituto de Investigaciones sobre la Paz Internacional de Estocolmo. Luego de la reciente suscripción, el gobierno filipino manifestó la posibilidad de aceptar la línea de crédito de 500 millones de USD. En declaraciones oficiales el ministro filipino manifestó: “No estamos diciendo que vamos a comprarles a ellos, pero si necesitásemos cualquier cosa de la industria de defensa china, procuraremos usar el préstamo ofrecido”. Además de la línea de crédito, China donó armas pequeñas y lanchas rápidas por un valor de 14 millones de USD.
Este aparente cambio de proveedor tiene mucho que ver con las inclinaciones del presidente filipino. Electo durante el pasado año, Rodrigo Duterte ha estado haciendo declaraciones constantemente que permiten apreciar sus claras simpatías por los gobiernos chino y ruso. En la misma línea, se pueden citar las declaraciones en forma de protesta, tanto de Duterte como de su ministro de interior, sobre la alta dependencia del país con respecto a los Estados Unidos. Esto hace que se puedan valorar estas acciones como pasos que apuntan a resolver tal problema.
Entre las causas del posible cambio en la esfera defensiva pueden citarse varias. Primeramente, según Lorenzana, la compra de armas en Estados Unidos se ha vuelto cada vez más complicada y los procesos de aprobación de contratos son más lentos. Además, el estrecho vínculo comercial con el mercado chino ha tenido un papel importante. Por otro lado, las autoridades americanas declaran que EUA “ha analizado mejor” la venta de armas a Filipinas debido al fin en que son empleadas, pues muchos críticos afirman la ocurrencia de condenas extrajudiciales como parte de la lucha de Duterte contra el tráfico de drogas.
Estos hechos sin duda alguna van en detrimento de la influencia norteamericana en el área. Pero todo tiene su límite, pues actualmente Manila tiene un gran número de compromisos internacionales con E.U.A. que deben ser cumplidos. Además, varias bases militares estadounidenses están ubicadas en suelo filipino. Por tanto, el margen de maniobra de la nueva administración encuentra serios obstáculos para la total realización de su realineación.