¿Es el G7 un grupo unido?
Durante la importante cumbre sostenida en Sicilia por el G7 (Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Italia, Japón, Canadá y Francia), se vieron las caras los mandatarios de las siete influyentes potencias. Sería la primera reunión del Grupo a la que asistiría el presidente norteamericano y la incertidumbre era grande debido a su carácter impredecible.
Durante la reunión se abordaron temas de importancia como el cambio climático, las sanciones a Rusia, la amenaza que representa Corea del Norte y el terrorismo, así como las políticas comerciales del bloque. Con respecto a la lucha contra el terrorismo, el consenso fue total. En la declaración final se refleja una postura fuerte en cuanto al tema y, al calor de los atentados de Manchester y Egipto, muestra la firme decisión de aumentar los esfuerzos. De la misma forma, el tema Corea alineó posiciones, dejando ver la intención de dar una respuesta fuerte a los ensayos con misiles en la península.
Sin embargo, hubo otros tópicos en los cuales las diferencias afloraron con facilidad. Una buena imagen del asunto lo ofrecen las declaraciones de la Canciller Alemana, Ángela Merkel, en las que refiere que la reunión fue de seis contra uno.
Resulta que el Presidente Norteamericano fue con la intención de no ceder en ninguna de sus posiciones anteriores. Las diferencias comenzaron cuando Estados Unidos se resistió a establecer un diálogo con cinco países africanos de vital importancia en la lucha contra la migración ilegal en el Mediterráneo. Esta propuesta había sido impulsada por Italia y la acción norteamericana la redujo a una simple mención en el documento final. El cambio climático marcó diferencias también. El presidente Donald Trump, con su negación del fenómeno, aplazó la posibilidad de retirarse del acuerdo de París (COP 21) por una semana más.
La división al interior del grupo en temas tan importantes es preocupante. La más realista al respecto fue Merkel, quien habló sin miedo y de frente, en tanto el resto de los presidentes usaron paños tibios. Rusia fue otro punto importante en la agenda. Al respecto declararon que la necesitan para trabajar en el tema Siria, al tiempo que la amenazan con más sanciones, producto de la situación en Crimea. Dicha actitud carece de coherencia y limita las posibilidades de entendimiento con el Kremlin.
El gran beneficiado en la cita fue Estados Unidos. Trump mantuvo sus posturas e hizo valer el peso de su país. Los puntos sobre los que hubo consenso, lógicamente, benefician a todos. Sin embargo, lo acordado respecto al resto de los temas se ajusta a los intereses de la política exterior norteamericana. Se puede pensar que los acuerdos sobre comercio marcan la diferencia, pero la sutil frase de “mantenerse firme contra todas las prácticas comerciales injustas” deja la puerta abierta a Trump. En julio se volverán a ver las caras, en Alemania, durante la Cumbre del G20. Para ese entonces, ya debe haber una decisión por parte de la Casa Blanca acerca del cambio climático, aspecto de vital importancia en la política europea y que parece importar muy poco a Trump.