Nuevo hallazgo en el espacio ultraterrestre
Un nuevo hallazgo en el espacio ultraterrestre por parte de la NASA asombra al mundo. El hecho es el resultado de la combinación de la inteligencia de nuestros científicos y el desarrollo alcanzado en esta rama de la ciencia. El hallazgo de objetos pequeños demuestra el gran potencial que tiene la humanidad en materia de investigación espacial y cuán lejos se puede llegar. Al mismo tiempo, es un beneficio para las agencias espaciales de todos los países, pues tendrán la esperanza de encontrar sondas o equipos que se hayan perdido por el espacio.
La Industria aeroespacial se ha desarrollado a una velocidad increíble. Con los avances de la ciencia y los grandes enigmas sobre el espacio, esta ha sido favorecida con sustanciosos presupuestos que le han permitido lograr hazañas increíbles. La NASA es la agencia puntera en el tema sin discusión alguna, pero muchas de sus misiones y hallazgos son el resultado de la colaboración con sus contrapartes rusas, chinas y europeas.
Recientemente, la NASA localizó a dos sondas espaciales que se encontraban perdidas en el espacio ultraterrestres y con las cuales se había perdido el contacto hacía ya varios años. Estas son las llamadas Chandrayaan-1 y Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO). Este último dispositivo fue lanzado por la agencia norteamericana en 2009 para estudiar la Luna. En tanto la sonda india Chandrayaan-1, fue lanzada al espacio en 2008 y constituía la primera misión de dicho tipo por parte del país asiático. Ambos objetos fueron detectados gracias a la aplicación de las más modernas técnicas de localización existentes de radar terrestre.
En el caso especial de la sonda india, debe aclararse que esta solo contaba con metro y medio de longitud, es decir, sumamente pequeño cuando lo comparamos con el espacio cósmico. Para su localización, se utilizó una antena de 70 metros que se puso en dirección al Polo norte lunar donde se había detectado un objeto. Luego se analizaron varias señales captadas con la antena en el curso de tres meses y con esa información y el ingenio de los científicos de la Estación Espacial Internacional lograron conocer la órbita exacta, la velocidad y distancia de la sonda lunar. Finalmente, fue localizada a unos 200 kilómetros en la órbita polar de la Luna.
El hallazgo de objetos tan pequeños como el anteriormente mencionado demuestra el gran potencial que tiene la humanidad en materia de investigación espacial y cuán lejos se puede llegar, pues hace tan solo unos años la recuperación de estos objetos o su detección era impensable. Sobre todo, si tomamos en cuenta el tiempo transcurrido desde la última transmisión recibida desde ellas.
El hecho es positivo pues aumenta las esperanzas para la detección de cuerpos celestes que se aproximen a la Tierra o que se encuentren orbitándola. De la misma forma amplía los horizontes de la investigación espacial, pues los restos de colisiones, o explosiones de algunos cuerpos celestes podrán ser igualmente rastreados y analizados por los más modernos laboratorios. El hecho es que mientras más pequeñas y variadas sean las muestras que se puedan recopilar, más concluyente será la información obtenida y más certeros los resultados. Con esto se podrá profundizar en la composición y naturaleza de asteroides y cometas. Asimismo, las mismas técnicas pueden ser utilizadas con otros fines que permitan un mejor monitoreo de los cuerpos celestes. Igualmente, la información que puedan haber recopilado mientras estuvieron desconectadas será muy valiosa en caso de que no se hubiese dañado.
Siguiendo la misma línea, es un beneficio para las agencias espaciales de todos los países, pues tendrán la esperanza de encontrar otras sondas o equipos que hayan sufrido el mismo destino que estos dos objetos en cuestión. En tanto, el beneficio económico también está presente, pues la fabricación de estos equipos cuesta mucho y su puesta en órbita es igual de costosa. Por tanto, la posibilidad de repararlos e incorporarlos al servicio nuevamente representa un ahorro.