Un paso más en la integración económica: España ratifica el CETA
El mundo actual vive un proceso de globalización indetenible. Ciertamente, este es un proceso que trae notables beneficios para las economías de ciertos países pero un mal enfoque de esta tendencia puede llegar a destruir a la economía de un país. Hacemos referencia al momento en que una nación más desarrollada utiliza mecanismos como tratados de Libre comercio con Estados débiles o muy inferiores desde el punto de vista económico. Sin embargo, los resultados pueden ser muy positivos cuando existe paridad entre los firmantes de tales acuerdos. Uno de estos mega acuerdos se discutió en el Congreso de los Diputados español, donde fue aprobado por la gran mayoría y con la oposición de las fuerzas de izquierda Unidos Podemos, ERC y Compromís. El PSOE fue criticado por su abstencionismo, lo cual contrasta con su apoyo en la discusión en la Eurocámara.
El Acuerdo Económico comercial Global (CETA, por sus siglas en inglés) fue aprobado el 15 de febrero por la Eurocámara y desde entonces numerosos tribunales y parlamentos han formulado reservas y hecho salvedades respecto al texto.
La firma de este acuerdo generará ganancias para Canadá de unos 8.000 millones de euros y para su contraparte de la Unión Europea los beneficios rondarán los 12.000 millones. Así, se reducirá el 99% de los aranceles recíprocos, un primer gran grupo justo después de la entrada en vigor del acuerdo y un segundo grupo compuesto por los industriales siete años después. Según los cálculos efectuados por la parte europea, el acuerdo significará un ahorro de entre 400 y 500 millones de euros anuales para las empresas europeas que exportan a Canadá.
Otra ventaja es que las empresas del viejo continente podrán participar en las licitaciones de contratos públicos en Canadá, exceptuando los servicios sanitarios, sociales y de educación. Aún así, representa amplias posibilidades de mercado, pues la contraparte del continente americano dedica un gran presupuesto a la inversión pública. En materia de educación será posible convalidar títulos universitarios, lo que facilitará los intercambios y el flujo de la fuerza laboral. De la misma forma, se homologarán las normas que puedan afectar a los productos manufacturados, con lo que se evitará el incurrir en gastos dobles por concepto de ensayos.
Sin embargo, en algunos sectores de interés no se avanzó tanto. Tal es el caso de 143 especialidades gastronómicas europeas que no podrán ser copiadas en las cocinas canadienses. Tampoco se levantaron las restricciones que pesan sobre la importación de aves de corral y se establecieron cuotas específicas para la carne de ganado vacuno y porcino provenientes de Europa, así como para los lácteos canadienses.
El nuevo mecanismo de forma general, es beneficiosos para ambas partes, pues se avanzó sobre la base de los intereses comunes. Pero es precisamente en este aspecto donde se localiza una de las deficiencias del acuerdo. Cuando se habla de intereses comunes no se habla de los intereses de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) o sector social alguno. Los mayores beneficiarios son las grandes corporaciones de ambas partes, las cuales gracias a la influencia que ejercen, han presionado por largo tiempo sobre los gobiernos para la negociación del mecanismo. Sería una aberración total negar los beneficios expuestos, de la misma forma que sería de ciegos no tomar en cuenta el otro importante detalle.
Los Tratados de Libre Comercio (TLC) son una tendencia resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, pero limitan las posibilidades de que las pequeñas y medianas empresas prosperen, aún cuando de países desarrollados se trate. Las grandes compañías poseen capitales que le permiten un nivel tecnológico que garantiza la alta productividad; por tanto, los precios son inferiores a los de las PYMES. Si sumamos a esto la rebaja de aranceles, entonces las diferencias son considerables. De esta forma se hace muy difícil competir por una porción, aunque pequeña, del mercado y la quiebra es el próximo paso. Si bien algunos campos han sido protegidos por ambas partes, no es suficiente aún.
En esta misma línea el acuerdo establece que las controversias serán resueltas mediante el Sistema de Tribunales de Inversiones (tribunales privados de arbitraje). Para muchos esta vía es contraria a la soberanía de los Estados pues permite a las empresas privadas establecer demandas en su contra y limita la capacidad de los estados de administrar justicia. Además, muchos dicen que el proceso de negociación no fue para nada transparente y estuvo asesorado por los representantes de las grandes firmas. Estas han sido las objeciones fundamentales que expusieron los que votaron contra el CETA en el congreso de los Diputados.
Al mismo tiempo, el acuerdo es un gran logro para ambas partes pero a la UE todavía le queda por resolver uno más importante. Se trata del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, el cual lleva mucho tiempo en negociación y se ha colocado al borde del abismo con la llegada de Trump.