¿Volverá la mítica ruta de la seda china?
China intenta redescubrir el apogeo económico que traía adjudicada la mítica ruta de la seda. La Ruta de la Seda es una denominación asociada a leyendas asiáticas, a esplendor económico, a riquezas variadas que cargaban miles de caravanas y también a crueles enfrentamientos por la posesión de las mismas. Así fue llamada la legendaria vía por la que durante siglos transitaron mercaderes que llevaban y traían productos de Oriente y de Occidente, un territorio de intercambio, en el que se evidenciaba un potente choque de culturas que lograron afianzar costumbres y tradiciones milenarias. El largo viaje de la afamada ruta empezaba y terminaba en Xian, la antigua Chang’an, ciudad imperial en China antes de ceder la capitalidad a Beijing y se extendía a través de desiertos y montañas.
La región que separa Europa y Asia Oriental es un lugar inhóspito, pues una gran parte está ocupada por el desierto del Taklamakan, con muy poca vegetación, por ello la mayoría de las caravanas que transitaban la ruta de la seda no la recorrían en su totalidad, sino que cantaban las alabanzas de los productos que llevaban al cruzarse con otras y los intercambiaban o vendían. No obstante, no todo era esplendor, las ciudades comerciales situadas a lo largo de la Ruta de la Seda fueron testigos de guerras devastadoras, de hambre y de enfermedades, debido a que la mayoría de los imperios de la época trataban de regir sobre la principal zona de intercambio comercial en Asia y Europa.
Se conoció tal territorio como la ruta de la seda a partir del siglo 19, nombre propuesto por Ferdinand von Richthofen, el autor de trabajos clasicos sobre la geografia fisica de China y la orografia de Asia, a partir también del apogeo económico de las naciones asiáticas con la venta de la seda, principal producto que comercializaban. La gran vía cayó en desuso con la caída del Imperio Bizantino y el descubrimiento de América, pues el Nuevo Mundo comenzó a ser explotado para la obtención de más riquezas que las que podían obtenerse a través de la ruta.
En la actualidad, China pretende reabrir una nueva ruta de la seda para mejorar el intercambio comercial entre Asia y Europa, plan que estipula una gran cantidad de infraestructuras e inversiones. Ideado por el presidente chino Xi Jinping en 2013, busca construir carreteras, vías férreas, puertos, plataformas logísticas y otras infraestructuras en más de 60 países para logar la mayor conectividad alcanzada hasta ahora entre esos territorios.
La nueva ruta de la seda contará con conexiones por Asia Central, Rusia, el subcontinente indio, el sureste asiático e incluso el este de África y una de sus metas es crear una red que permita, por mar y tierra, crear rutas alternativas para los productos que China exporta, además de los que el gran imperio asiático necesita para sostener su economía.
El ambicioso plan también conocido con el nombre oficial de Iniciativa de la Franja y la Ruta, es visto con recelo por las demás potencias económicas munddiales, pues, por supuesto, asegura un alza en la balanza del país asiático, el proyecto se considera como una suerte de Plan Marshall con el que China aumentará su influencia económica e incluso política y podría rebajar el control que la Unión Europea tiene sobre esos territorios. La única opción que deja la realización del sueño de Xi Jinping es que los gobiernos europeos se sumen a la nueva ruta comercial y aseguren también el crecimiento de sus diferentes renglones económicos, a la vez que mantienen un análisis detallado de las alzas comerciales.
El gigante asiático acogió ya el Foro de la Franja y la Ruta para la Cooperación Internacional donde varios líderes internacionales intercambiaron sobrer el llamativo proyecto que implica una coordinación de políticas, la conexión de infraestructuras e instalaciones, la eliminación de trabas al comercio, la integración financiera y, por supuesto, lo más necesario, el fortalecimiento de los lazos de unidad entre los territorios que tendrán una nueva ruta de la seda.