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viernes, 7 de julio de 2017

La UE, más cerca del abrazo con Cuba

Por ReyKewelta

El fin de una política absurda de más de 20 años indica que no todo está funcionando mal al interior del Parlamento Europeo. Por más de dos décadas la Unión Europea ha sancionado a Cuba por supuestas violaciones de los Derechos Humanos, práctica que carece de legitimidad y pragmatismo cuando se analiza el desarrollo de las relaciones bilaterales entre ambos actores internacionales. La política de la Unión Europea (UE) hacia Cuba ha sido bastante controvertida. Principalmente desde la década de los noventa, cuando la isla caribeña atravesaba los peores momentos de su historia económica. La mencionada Posición Común, se perfiló como una actitud complaciente de la UE con Estados Unidos en su lucha histórica contra la Isla caribeña.

La política de la Unión Europea (UE) hacia Cuba ha sido bastante controvertida. Principalmente desde la década de los noventa, cuando la isla caribeña atravesaba los peores momentos de su historia económica. En este contexto, muchos actores internacionales conspiraron para derrocar al gobierno revolucionario de Fidel Castro. Los principales involucrados en estas actividades fueron Estados Unidos y La Unión Europea. El primero, aprobó sendas leyes que recrudecieron las sanciones económicas contra Cuba. En el 1992 la Ley Torricelli y la Ley Helms-Burton en 1996, con esta última daba un matiz extraterritorial a la aplicación del Bloqueo económico, comercial y financiero que hacía más de 35 años mantenía sobre la Isla. En tanto, la Unión Europea, en un claro complot internacional por eliminar el enclave socialista del hemisferio Occidental, aprobó en 1996 la llamada “Posición Común”. Recientemente, el Parlamento Europeo ha votado por amplia mayoría la terminación de la absurda política.

La mencionada Posición Común fue establecida debido a la iniciativa del entonces presidente español José María Aznar, caracterizado por ser uno de los más reaccionarios dentro del bloque comunitario respecto a Cuba. La justificación para la adopción de tal documento fueron las supuestas violaciones de los Derechos Humanos al interior de la Isla. Además, el mismo establecía un grupo de requerimientos políticos que debía cumplir Cuba como precondición para el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión.

Este hecho, claro está, endureció el escenario internacional para Cuba, quien hacía tan solo 5 años había perdido el 85% de su comercio luego de la caída del bloque socialista. Más allá de las opiniones existentes sobre la veracidad o no de las violaciones de los Derechos Humanos, la Posición Común de ninguna manera contribuiría a mejorar la situación del pueblo cubano. En realidad solo acrecentaría las dificultades económicas del país, y en consecuencia las de los cubanos, al privar a la deprimida economía del mercado europeo, el cual sería el salvavidas ante el cierre total del mercado norteamericano determinado por el Bloqueo de los Estados Unidos.

Al mismo tiempo, resulta contradictorio que paralelamente a la inaceptable política europea los gobiernos de determinados países fortalecieran sus relaciones con Cuba. Este es el caso de Francia, Alemania, Italia y la propia España. Estos importantes acores dentro de la Unión mantenían relaciones comerciales con Cuba que representaban importantes sumas de capitales, gracias a los cuales la economía de la isla caribeña se recuperó paulatinamente. Lo anterior es una contradicción en sí misma y pone en duda la legitimidad de la política europea al respecto.

Para muchos, los hechos se interpretan como un gesto de complacencia de la Unión Europea con Estados Unidos, el más interesado en el colapso de la Isla. De la misma forma, es inexplicable que se adoptase la Posición Común en un contexto en que se abría un gran nicho de mercado para las empresas europeas. Evidentemente, no se pensaba en los beneficios para los europeos cuando se tomó la decisión, sino en seguir la corriente al “hermano mayor” (EUA). Una prueba concluyente es el desafío que aceptaron las empresas de los países mencionados, las cuales no estaban dispuestas a perder beneficios por el capricho norteamericano y de la clase política europea.

El camino que llevó a la derogación temporal de la Posición Común comenzó en el 2008, cuando la UE levantó un grupo de sanciones y entonces Cuba aceptó negociar. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos en 2015 dio un impulso al proceso, pues en 2016 Federica Mogherini  se reunió con el Canciller cubano y acordaron el inicio de la cooperación económica y política así como el fin de la Posición Común, lo cual ha sido ratificado ya por la Eurocámara. En estos momentos solo falta la aprobación por parte de los Parlamentos nacionales de cada Estado. En este terreno se avanza igualmente siendo el eslovaco el primero en secundar la decisión comunitaria.