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viernes, 21 de julio de 2017

Llamó a la policía y vino la muerte

Por Marta A.

Lo último que creyó Justine Damond cuando decidió llamar a la policía para denunciar lo que creía una posible violación a una joven cerca de su residencia, es que esa llamada le costaría la vida. Lo único cierto es que 16 minutos luego de descolgar el auricular y marcar a las autoridades para emitir la alerta, la mujer australiana de 40 años, que vivía en Minnesota, Estados Unidos, ya estaba muerta debido, vaya paradoja, a los disparos de un agente; y aunque han pasado cinco días del hecho, nada ha podido aclararse de la misteriosa muerte. Al parecer, el pasado fin de semana luego de una primera llamada de alerta a las 11:27 de la noche, preocupada por lo que dijo a la policía consideraba gritos de una mujer que pedía “ayuda” al estar siendo agredida sexualmente; y ver que no aparecía ningún coche patrulla, Damond repitió la llamada sobre las 11:35 pm pues creyó que quizá los agentes podían haber perdido la dirección.

Los documentos de registro de esta llamada confirman que la mujer alegó que continuaba escuchando los gritos, y la respuesta del otro lado fue la misma al reiterar que los agentes ya se encontraban en camino al lugar del presunto hecho.

Matthew Harrity y Mohamed Noor,  los agentes de la policía enviados a comprobar la denuncia, llegaron al vecindario de Damond, en el coche patrulla dos minutos después, a las 11:37. De acuerdo con los propios informes de los policías, estos escucharon un ruido fuerte y a continuación Damond, quien se encontraba en la calle, se acercó a la ventanilla del conductor.  Fue el agente Noor, sentado en el asiento de copiloto, quien abrió fuego contra la mujer, causándole heridas mortales  en el abdomen. A los diez minutos Damond estaba muerta.

Para aumentar la confusión, los pormenores del hecho no son claros y la única versión con la que ahora cuentan las propias autoridades es la de los agentes, pues además de no existir testigos en la escena del crimen, las cámaras de video del coche de patrulla y de igual modo las del uniforme de los agentes se encontraban apagadas.

El policía que apretó el gatillo, Noor, de 31 años de edad, se ha negado a ser entrevistado como parte de la investigación del hecho, y no puede ser obligado a dar su versión sobre lo sucedido.

Mientras, la muerte de la australiana ha sido declarada como homicidio por los examinadores médicos, pues además las autoridades no encontraron ningún arma en la escena del hecho. La muerte de  la joven no solo ha conmocionado a sus amigos y familiares en su país, sino que ha generado una gran agitación internacional por las características del incidente.

 El primer ministro, Malcolm Turnbull, ha calificado el hecho como “una muerte estremecedora”, al tiempo que ha dicho en una entrevista televisiva que “Pedimos respuestas en representación de su familia”. Por su parte, la alcaldesa de Minneapolis, Betsy Hodges, expresó que al no contar con una versión más clara y completa de lo sucedido se encuentra frustrada. Asimismo, espera que haya pronta respuesta para las “muchas preguntas importantes que hay sobre lo sucedido”. Queremos que se haga justicia”, afirmó Hodges.

No es este el primer caso donde un inocente termina baleado por los propios agentes que se supone deban proteger el orden, y la vida de los ciudadanos en Estados Unidos. Bien lo saben, sobre todo, los negros e inmigrantes, a menudo objeto de “estas balas”. Damond viene a ser un leño más en este ardiente debate. Lo curioso es que es mujer y rubia.