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lunes, 31 de julio de 2017

Mujeres y política, la disonancia latinoamericana

Por LauraB

Ser mujer y vivir en Latinoamérica puede ser una disonancia social. Por años en estas sociedades machistas escalar social y políticamente ha sido el triple de difícil para las féminas. La misoginia es una fantasma que sigue recorriendo cada rincón de esta tierra por muy avanzada que aparente ser la sociedad. Ejemplos como los de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Michelle Bachelet en Chile y Dilma Rousseff en Brasil abrieron demostraron que podían llegar a lo más alto del podio político en sus respectivos países. La bonanza económica, el descontento popular ante el neoliberalismo y la esperanza del cambio llevaron a estas tres mujeres a convertirse en la alternativa de sus pueblos.

Junto a otras dirigentes como Laura Chinchilla en Costa Rica, el tridente latinoamericano estaba dando ejemplos de gobernanza en aquellos memorables tiempos. Sin embargo, en política como en la vida nada es para siempre. Cuando las economías cayeron en recesión tras la caída de los precios de las materias primas el gobierno de estas mujeres se vio en tres y dos. No solo debían enfrentarse a la crisis económica en países sumamente dependientes de la venta de materias primas y muchas veces laceradas por el proteccionismo comercial –aquí Argentina se lleva todas las palmas-, sino también a comentarios y ataques por su género. Pongamos un ejemplo, cuando Dilma Rousseff regía los destinos de Brasil soportó comentarios sobre su accionar, de hecho a esta exguerrillera no le quedan dudas de que fue destituida por ser mujer en un mundo donde la élite política es de hombres tradicionalmente. Cuando Michel Temer ocupó su cargo conformó un gabinete de hombres.

Cristina Fernández, por su parte, tuvo que gobernar al principio bajo los ataques de que estaba bajo la sombra de su esposo, Néstor Kirchner, a quien sustituyó en la Casa Rosada. A Michelle Bachelet el día que ganó la reelección una mujer le dijo luego del discurso de campaña que como había ganado su marido no le golpearía. Estas mujeres implementaron con un sello propio políticas de empoderamiento de las féminas en sus respectivos países. Bachelet hizo carrera en la agencia ONU Mujeres, dedicada a velar por los derechos de este género.

Saliendo de las fronteras latinoamericanas, yendo un poco más al Norte tenemos el ejemplo más reciente de la excandidata presidencial de Estados Unidos, Hillary Clinton. La representante del Partido Demócrata perdió la carrera presidencial pero antes ya había sido Secretaria de Estado durante el primer mandato de Barack Obama. Muchas encuestas indicaron que en los sectores electorales más conservadores e incluso de la base del propio Partido, la Clinton no tenía ningún tipo de chance de hacerse con la presidencia. Los votantes optaron por un hombre que representa a los conservadores: Donald Trump.

En la Alemania de la canciller Ángela Merkel la situación es diferente. No obstante, la dura Merkel, comparada con una versión germana de la Dama de Hierro, también ha sido objeto de comentarios misóginos.

Es doloroso que las mujeres tengan aun una participación escasa en la política. Ese es un terreno que tendremos que ganar, así como hicimos con el derecho al voto y otros ejemplos.