Trump valora privatizar el sector militar en Afganistán
Estados Unidos presentó una nueva estrategia que consiste en privatizar la guerra en Afganistán. Aunque ya fue enviada al Pentágono, el Secretario de Defensa no la ha aprobado de momento. Todavía hay que esperar al visto bueno de Donald Trump pero lo más probable es que no la acepte a pesar de que quienes la recomiendan son el esposo de su hija mayor y uno de sus principales consejeros. Ésta no sería la primera vez que Estados Unidos valoraría emplear al sector militar privado. De hecho, Estados Unidos ha utilizado mercenarios en zonas de conflicto. Pero cada vez que la ha empleado, los resultados no han sido satisfactorios.
Donald Trump sigue dando de qué hablar. Esta vez es noticia un intento de “privatizar” la guerra en Afganistán. Al parecer se quiere evitar que un nuevo grupo de soldados estadounidenses sea enviado al conflicto que ya es el más largo de la historia del país. En sustitución de las tropas estadounidenses, serán contratadas empresas militares mercenarias. Esta estrategia es supervisada por Jared Kushner, esposo de la hija mayor del presidente, y por Steve Bannon, quien se ha convertido en uno de los principales consejeros del magnate.
Actualmente son 9000 los hombres que, contabilizando tropas regulares, especiales, entrenamiento de la fuerza de seguridad afgana y comandancia de operaciones bélicas, se encuentran en Afganistán. Pero ya los asesores tienen a su disposición dos reconocidos mercenarios, Erik Prince, fundador de Blackwater, empresa que a pesar de ser expulsada de Afganistán fue usada por el presidente para su seguridad personal; y Stephen Feinbrg, fundador de DynCorp International, que es una de las corporaciones más importantes del orbe en cuanto a la seguridad privada. Ellos serán los encargados de crear un plan que pondrá el peso principal de la contribución estadounidense en Afganistán, en manos de corporaciones militares privadas.
De esta forma los asesores se vanaglorian de haber conseguido un plan barato y mejor que el del Ejército. Sin embargo, la propuesta, aunque fue presentada en el Pentágono, no tuvo buena acogida por Jim Mattis, el Secretario de Defensa estadounidense, que alegó no consentir injerencias del sector privado en el conflicto. En este sentido, Mattis, junto a H.R McMaster, Consejero de Seguridad Nacional, está preparando un nuevo plan de acción que se espera involucre más soldados estadounidenses para lograr derrotar a los terroristas e intentar que el conflicto salga definitivamente del punto de inercia en el que se encuentra.
Esta no sería la primera vez que Estados Unidos valoraría emplear al sector militar privado. De hecho, Estados Unidos ha utilizado mercenarios en zonas de conflicto. Pero cada vez que la ha empleado, los resultados no han sido satisfactorios. Fracasó en Laos, durante la guerra de Vietnam y tuvo resultados negativos también en Irak, donde las empresas mercenarias Blackwater y DynCorp se beneficiaron con grandes sumas de capitales. Por ello, no es muy probable que Donald Trump apruebe esta estrategia.
Las compañías anteriormente mencionadas han llevado a cabo numerosos crímenes que no han tenido ninguna consecuencia jurídica, incluso cuando las organizaciones que defienden los derechos humanos las han denunciado. En Irak, por ejemplo, se produjeron abusos contra los civiles, que incluían robos y asesinatos. El más representativo fue el acaecido en el 2007 en la capital afgana, en el que murieron 17 civiles.
Esperemos que el mandatario no apruebe la iniciativa; aunque si lo hace, tampoco hay que sorprenderse, pues a eso nos tiene acostumbrados. Lo que se debe valorar es cuánto gana y cuánto pierde el gobierno con el empleo de las compañías privadas, que al parecer, siempre que se emplean, traen consecuencias negativas, no solo militarmente, sino para la opinión pública. Y una vez más vemos como Estados Unidos necesita mantener la guerra en el Medio Oriente.