De Anoeta a Mendizorroza
Xabi Prieto, un mito viviente de la Real Sociedad, llegó a 500 partidos de Liga en Anoeta, mientras en Mendizorroza, Leo Messi, todoterreno del Barcelona, logró su gol 350 en Primera División, dos hitos que matizaron el inicio de la segunda fecha del torneo nacional español. Prieto, fue crucial en la victoria del conjunto txuri-urdin ante un desaguisado Villarreal, y Messi volvió a cargar con los galones y el peso del triunfo sobre el Deportivo Alavés de los azulgrana, quienes todavía no salen de su letargo futbolístico, pese a la tranquilidad psicológica de haber fichado al eléctrico Dembelé para cubrir el hueco de Neymar.
En Anoeta, la Real Sociedad festejaba el medio millar de encuentros con Prieto en el césped, y quisieron rendirle todos los honores con un gran éxito sobre el “Submarino amarillo”, que se movió como una sombra y sin el vértigo que se supone le deben aportar hombres como Castillejo, Bakambu o el recién llegado Carlos Bacca, colombiano que cautivó en Sevilla y no se sintió valorado en el Milán. Todos ellos fueron retratados por la Real de Eusebio, cuya puesta en escena resultó sencilla pero contundente, amparada en la elegancia de Juanmi, el temple de Xabi Prieto, el quite y la visión de Illarra y pegada de William José, un delantero profundo y sólido, que pelea entre los defensas con extrema facilidad. Justamente, la insistencia del brasileño rompió la paridad en la pizarra, y después Xabi Prieto consiguió un tanto de valor especial.
En el día que se convertía en el quinto hombre con 500 duelos en la Real Sociedad (algo que solo han conseguido Luis Miguel Arkonada, Jesús Mari Zamora, Bixio Gorriz y Juan Antonio Larrañaga), el cerebro de 33 años batió a Andrés Fernández, quien luego quedó para la foto en un gol excelso de Juanmi. Se cerró así, con marcador de 3-0, la segunda victoria del equipo txuri-urdin en la Liga, las mismas que un Barça también victorioso en Mendizorroza, por enésima vez colgados de los botines de Messi y nada más. Ante el Alavés, los catalanes acusaron los mismos problemas de todo el verano, con muy poca circulación del balón, juego estático y previsible, lentitud en defensa y dependencia notable en la inspiración de Leo, solo en el frente de ataque.
Ni Deulofeu, ni Iniesta ni tampoco Paco Alcacer apoyaron al argentino en la tarea de derrumbar el muro de un digno Alavés, que murió por un gol de rebote y luego por la única desatención de Alexis en la última línea. Messi aprovechó en ambos casos y sentenció con su zurda dorada, que envió otro balón al poste y lidera sin contratiempos ese sui géneris apartado. Del resto, sin noticias, Raikitic se acomodó en el sonambulismo de la media cancha catalana y Piqué fue desbordado en más de una ocasión, lento y sin capacidad de anticipación. Junto a Messi, los muebles los salvó un providencial Ter Stegen, quien realizó al menos dos paradas de mérito que mantuvieron al Barça en pie.
Mucha falta le hace este equipo el oxígeno y la carrera de Dembelé, y de ser posible otro fichaje que meta competencia a una plantilla dormida, la cual difícilmente salga con vida ante las escuadras más duras de la Liga y de Europa. No obstante, la llegada de Dembelé, si bien supone un salto cualitativo importante respecto a Deulofeu o Alcacer, no significará un éxito inmediato, porque los rivales se cierran mucho ante los azulgranas y el joven francés necesita espacio para correr. Mucho tendrá que aprender el extremo y algún tiempo le tomará la adaptación a un once habituado a correr poco y tocar la pelota de un lado a otro, frecuentemente sin espacios.