El ataque acústico del que acusan a Cuba
A finales del año 2016 empleados de la Embajada de Estados Unidos en La Habana notaron síntomas de sordera que antes no habían padecido en su vida. Pero no fue hasta agosto de este año, que la Embajada se pronunció sobre los hechos, cuando ya el número de afectados había sumado a 16 trabajadores de su sede. Luego de la denuncia y de que Estados Unidos acusara a Cuba de un ataque acústico, y expulsara a dos funcionarios cubanos de Washington como castigo, la Isla diría que no tenía nada que ver con eso y que jamás prestaría su territorio para un ataque de un tercer país.
A pesar de que en 2015 las relaciones entre Cuba y Estados Unidos volvieron a ser algo parecido a “relaciones” diplomáticas, con la apertura de ambas embajadas en La Habana y Washington, siguen sucediendo hechos que lastran el buen andar. Lo último es la acusación por parte de la Casa Blanca de un ataque acústico a varios de sus empleados en la capital cubana. Todo empieza a finales del año 2016, cuando algunos de sus empleados empezaron a padecer problemas de sordera que anteriormente nunca habían padecido. En ese momento no hubo ninguna manifestación por parte de la embajada, pero en agosto de 2017, la cifra d afectados llegó a 16 y Estados Unidos lo hizo público, dejando al aire la posibilidad de un ataque acústico, si no de parte de los cubanos, al menos de un tercer país. Y por supuesto los Estados Unidos piensan en Rusia. También hay un empleado canadiense involucrado. Algunos de los afectados abandonaron la Isla para tratarse en Estados Unidos y otros fueron atendidos en la misma Embajada por doctores norteamericanos. Al unísono de la declaración de la sede diplomática en La Habana, Washington expulsaba como respuesta a dos diplomáticos cubanos.
La pérdida auditiva de los funcionarios norteamericanos podía estar asociada a unos aparatos de sonido que emiten ondas inaudibles que causan sordera. Para el secretario de Estado, Rex Tillerson, esto no era otra cosa que un ataque a la salud de los norteamericanos, y algunos entendidos en términos de seguridad dicen que un tercer país (Rusia o Venezuela) con hostilidades con el gobierno de Estados Unidos pudiera estar atrás de los incidentes, aunque nada ha quedado claro todavía. Cuba por su parte, dijo que jamás haría ese tipo de cosas, y tampoco prestaría su territorio para un ataque. Cuba dijo que su país era conocido como un lugar seguro para diplomáticos y así continuaría. No obstante dijo que ayudaría en las investigaciones, que llevan a cabo conjuntamente Canadá y Estados Unidos. Cuba reforzó la seguridad alrededor de la Embajada y de las casas de los diplomáticos estadounidenses, pero las investigaciones siguen. El diagnostico general de los médicos a los norteamericanos, fue de lesiones cerebrales y daño al sistema nervioso. Lo destacable parece ser que los incidentes continuaron una vez denunciado el caso y continuadas las investigaciones.
“Podemos confirmar que al menos 16 empleados de Estados Unidos, miembros de la comunidad de nuestra embajada, algún tipo de síntomas. Nos tomamos la situación muy en serio”, anunciaba Heather Nauert, portavoz del departamento de Estado. Cuba niega estar detrás de cualquier ataque, pero es cierto que los empleados norteamericanos resultaron afectados, y no una cifra minúscula, si no un número contundente. Ello lleva a replantearse la historia de que Cuba no se prestaba para ataques de ningún tipo y considerar la teoría norteamericana. Los hechos son contundentes, la realidad lleva a que de alguna manera fueron atacados. La historia no termina, y en la misma hay varios puntos ciegos, donde nada se sabe, y que serán aclarados posteriormente.