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lunes, 28 de agosto de 2017

La ansiedad en la gestación

Por Janet

En las primeras semanas, las hormonas de la madre preparan el útero para recibir al embrión e inician el desarrollo de la placenta la cual es el órgano que nutrirá al bebé a lo largo del embarazo. Más adelante, son las propias hormonas del bebé en desarrollo las que le permiten crecer dentro del útero y evitan que el cuerpo de su madre lo rechace. A medida que se aproxima el parto, las hormonas del niño bajan y las hormonas maternas retoman las riendas del embarazo para asegurar el nacimiento del bebé. Pero las hormonas del embarazo y la lactancia son, probablemente, las más fascinantes de la naturaleza femenina, ya que producen toda una serie de efectos facilitadores para que el bebé crezca correctamente dentro de la madre y que el cuerpo de esta se adapte a todos los cambios de la forma más armónica posible.

En el primer trimestre de embarazo, una vez producida la fecundación, la capa que rodea al huevo que se ha formado con la unión del óvulo y el espermatozoide empieza a elaborar la hormona gonadotropina coriónica , que ayudará a mantener la creación de progesterona por el ovario, hasta que la placenta asuma la función. Alcanza su nivel máximo hacia la novena semana, luego va disminuyendo. Su presencia en la orina se tiene en cuenta para realizar el test de embarazo, ya que se detecta incluso antes de que falte la menstruación en la capa externa del embrión.

Mantiene la producción de   progesterona por el ovario hasta que funciona la placenta. También interviene en el desarrollo de los testículos si el bebé es de sexo masculino. Su presencia en la orina es indicadora de embarazo. Se le relaciona con las náuseas del primer trimestre.

En esta etapa ocurre un terremoto de emociones. Al principio de la fecundación o incersión del óvulo, las hormonas comienzan a mandar señales que sugieren a la mujer que algo ha cambia do en ella. Ya antes de notar las típicas náuseas, muchas embarazadas experimentan cierta fragilidad emocional. La ilusión puede dar paso al malhumor o al llanto sin motivo aparente. En estos tres primeros meses de embarazo se forman los principales órganos del embrión. Su crecimiento es regulado y dirigido por la progesterona y los estrógenos.

Hacia el segundo trimestre los niveles de progesterona y estrógenos siguen aumentando. A partir del segundo trimestre la placenta ya está plenamente desarrollada y se convierte en la principal fábrica de hormonas, aunque parte de los estrógenos en circulación proceden también del bebé. Los elevados niveles de progesterona provocan una sensación de plenitud y bienestar emocional y el aumento de estrógenos mejora notablemente la vida sexual.

Ya en el último trimestre Se presenta un descenso de la progesterona y el aumento de otra hormona, la oxitocina, que empieza a producir las primeras contracciones uterinas. Estos cambios pueden originar algunos dolores de la musculatura lisa intestinal unos días antes del parto, que pueden provocar diarreas o vómitos y confundirse con una astroenteritis, cuando, en realidad, lo que sucede es que el cuerpo se está preparando para el descenso del bebé por el canal del parto.

La disminución de progesterona se relaciona con la conducta característica de las mujeres   cuando el parto está próximo, muchas sienten un instinto irrefrenable de limpiar y preparar la casa para el bebé y lo hacen con gran energía. Se conoce como síndrome del nido. También es habitual tener sueños extraños relacionados con el nacimiento del niño por la ansiedad que produce la cercanía del parto.

Ya después del parto el nivel de estrógenos cae; este descenso hormonal es responsable del abatimiento que experimentan muchas madres tras el nacimiento de su hijo.