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lunes, 28 de agosto de 2017

Muy poco boxeo para tantos millones

Por Aliet Arzola

En Las Vegas por fin se develó una de las grandes incógnitas de los últimos meses: Floyd “Money” Mayweather derrotó por nocao técnico a Connor “The Notorius” McGregor, el férreo luchador de UFC, y mantuvo su invicto en 50 peleas, detalle que le permite igualar el récord del legendario Rocky Marciano. No obstante, muchos cuestionarán si realmente se debe contar como un triunfo para Mayweather, porque la diferencia cualitativa con su rival era demasiado grande, y así se pudo constatar en el cuadrilátero del T-Mobile Arena, donde el norteño probó que el boxeo no es un arte que se aprenda en un día.

Si bien McGregor dejó una impresión grata por su resistencia, da la impresión de que Mayweather pudo noquearlo desde el mismo primer round, aprovechando las enormes deficiencias del irlandés en el movimiento de piernas y su pobre balance defensivo, cuestiones que lo convertían en una presa vulnerable. Sin embargo, “Money” le regaló hasta cuatro rounds en los que se dedicó a defenderse con los puños en alto y la cabeza baja, buscando contacto físico en la corta. Ante ese escenario, a McGregor le faltó juicio a la hora de pegar y precisión en las pocas oportunidades en que su rival dejó la guardia algo descubierta. Adoleció el combate en los minutos iniciales de esa intensidad que “The Notorius” había prometido desde hace un mes. Sus combinaciones carecieron de sentido y mientras más avanzó el combate peor resultó su puesta en escena.

Desde el punto de vista estético, McGregor se saltó todas las clases de cara a este duelo, sus cambios de piernas fueron simplemente graciosos, al igual que los movimientos cuando intentó pelear a la derecha siendo zurdo. Pero todo ello era parte del circo planificado, como también bajar la guardia y ponerse las manos cruzadas en detrás de la cintura, provocando a un Mayweather que supo, desde el mismo inicio, que la clave de la victoria estaba en dejar pasar el tiempo y que los brazos le pesaran al irlandés. Su estrategia, si bien no fue sinónimo de espectáculo, tenía mucha lógica, porque a él no le han caído 40 años por gusto. Su pelea se basó básicamente en el desgaste, sin movilidad ni tanta velocidad. Eso sí, su eficiencia defensiva se mantiene intacta, como en sus mejores días, y McGregor lo comprobó al lograr una pobre efectividad de golpeo, inferior al 30%.

Luego de cinco rounds de mínima incidencia, de puro desgaste, “The Notorius” comenzó a ver más intensidad de parte de Mayweather, quien se implicó y fue mostrando, poco a poco, la verdadera diferencia entre su boxeo y el modo de pelea poco ortodoxo del irlandés, quien perdió la distancia con los jabs que lo habían sostenido y quedó completamente fuera de balance, de modo que el estadounidense logró contratacarlo con relativa facilidad. Sus golpes de poder superaron el 50% de efectividad y así, con un McGregor cada vez más lento y desprovisto de artimañas defensivas, el camino condujo al KO técnico, decretado por el árbitro Robert Byrd, quien por trances fue demasiado permisivo con las faltas del irlandés.

Eso sí, McGregor estuvo por encima de las expectativas, resistió mucho más otros rivales de Mayweather en el pasado, y todo pese a su nula experiencia en los cuadriláteros, algo que el propio norteño reconoció al decir que “The Notorius” era un gran luchador. Más allá de los golpes, ambos se llevan a casa una fortuna por taquilla, PPV y mercadeo, realmente lo que más importaba en todo este circo boxístico.