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miércoles, 9 de agosto de 2017

No culpen a Orlando Ortega

Por Jhonah

Orlando Ortega sabía que lograr una medalla en el mundial sería bien difícil. El cubano nacionalizado también conocía que su situación no dependía de él mismo, tampoco de su entrenador, su padre. Antes del disparo de arrancada, el espigado moreno estaba al tanto de que si sus rivales lo hacían bien, sus sueños y esperanzas iban a quedar destrozadas. “Orlandito”, que es puro carácter, no se vio tan decidido cuando la cámara de la televisión lo enfocó y los comentaristas lo presentaban como el vigente subcampeón olímpico y recordista nacional de España. Era su figura, pero no era él.

La historia final demuestra que Ortega no estaba equivocado. Nada dependía de él, ni tan siquiera su tiempo. Los meses antes, las lesiones, la arritmia en los entrenamientos habían dejado todo decidido y a él, como eterno guerrero, apenas le tocaba pararse en la salida, correr fuerte, cruzar cada una de las vallas de más de un metro de altura, tirarse al final y llegar a la meta. No podía más.

Orlando, que sigue siendo aquel muchacho colmado de ilusiones que abandonó una delegación de la Isla caribeña en el 2013, finalizó en la séptima posición de los 110 metros con vallas, con tiempo de 13.37 segundos. El jamaicano Omar McLeod (13,04) volvió a reinar y demostró que está un paso por delante del resto, mientras que el ruso (sin bandera) Serguéi Shubenkov (13,14) aleccionó al resto con una muestra de gallardía, tras su ausencia en la cita bajo los cinco aros de la Ciudad Maravillosa. El húngaro Balázs Baji, bronce, dejó boquiabiertos a todo, con una actuación impecable.

Pero Orlando no debe por qué afligirse, debe quedarle el recuerdo que se entregó e hizo todo lo posible para cumplir otro de sus anhelos.  A veces la vida nos da la espalda, pero casi siempre tiene sus argumentos para tratarnos de mala manera y llevarnos al borde del abismo, porque luego regala momentos inolvidables. Claro que España esperaba un premio de uno de sus mejores atletas en el concurso y, si bien las condiciones decían lo contrario, no era una quimera que el muchacho, de 26 años de edad, conociera la grandeza del podio.

Más preocupante que el séptimo lugar de Ortega, resulta la posibilidad de que España termine su presentación sin preseas. Este detalle ya ronda las mentes de muchos y ojalá no suceda, no obstante, es una posibilidad que está ahí, latente. La aguerrida saltadora de altura, Ruth Beitia, no transita por su mejor momento, aunque le sobra historia y experiencia. Mientras que el marchista  Miguel Ángel López, actual monarca planetario, se presentará en un evento muy veleidoso. La comitiva ibérica llegó entre algodones y eso condiciona los resultados. Las palmas, en cambio, para la triplistas Ana Peleteiro, que nos dejó, además de su final mundial, lágrimas tristes para el recuerdo.