Nuevos datos sobre la Unión Soviética
En el pasado año 2016, el mundo se conmocionó cuando un antiguo agente de la Unión Soviética dijo tener pruebas que demostraban que Josef Stalin, el máximo líder del comunismo soviético, espió a su homólogo chino Mao Zedong, entre otros mandatarios, analizando nada más y nada menos que sus excrementos. Según Igor Atamanenko, a través de esos análisis pretendían construir retratos psicológicos de los líderes mundiales de la época y descubrir realmente cuales eran las intenciones de los funcionarios respecto a la URSS. Atamanenko destacó que el hombre de confianza de Stalin, Lavrenti Beria, fue el encargado de montar el laboratorio secreto de heces personalmente y luego de recoger y analizar los resultados obtenidos de su investigación.
Los científicos se han encargado de destacar que todo en nuestro cuerpo es un retrato de la persona que somos. Nuestros ojos, la manera en que caminamos, como sonreímos, nuestras manos, las palabras que usamos al hablar. Pero sin duda alguna esta hipótesis ha sido llevada al extremo en algunas ocasiones. La historia del hombre tiene múltiples ejemplos donde la ciencia ha intentado descubrir de una manera fácil las particularidades de a personalidad humana, ejemplos que en algunas ocasiones pueden pasar por absurdos.
En el pasado año 2016, el mundo se conmocionó cuando un antiguo agente de la Unión Soviética dijo tener pruebas que demostraban que Josef Stalin, el máximo líder del comunismo soviético, espió a su homólogo chino Mao Zedong, entre otros mandatarios, analizando nada más y nada menos que sus excrementos. Según Igor Atamanenko, a través de esos análisis pretendían construir retratos psicológicos de los líderes mundiales de la época y descubrir realmente cuales eran las intenciones de los funcionarios respecto a la URSS. De acuerdo con información publicada en la propia prensa rusa, la policía secreta de Stalin ideó un departamento especial solamente para tomar muestras y analizar los excrementos de diferentes líderes extranjeros.
Atamanenko afirma haber sido la persona en revelar el peculiar proyecto, luego de haber hecho una investigación en los archivos de los servicios secretos del gobierno de ese país euroasiático. El exagente explicó que esta medida fue tomada pues los soviéticos no contaban con los dispositivos de espionaje avanzados que los servicios secretos usan ahora, por lo que recurrían a maneras más extravagantes para reunir información sobre las personas de interés.
Atamanenko destacó que el hombre de confianza de Stalin, Lavrenti Beria, fue el encargado de montar el laboratorio secreto de heces personalmente y luego de recoger y analizar los resultados obtenidos de su investigación. Si los analistas detectaban en los excrementos altos niveles del aminoácido triptófano, concluían que la persona era de carácter calmado y accesible, sin embargo la falta de potasio en las heces fecales se veía como una señal de un temperamento nervioso y de personas que padecían insomnio.
La revelación más inquietante es que el exagente asegura que en diciembre de 1949, espías rusos emplearon este sistema para analizar al líder comunista chino Mao Zedong mientras estuvo de visita en Rusia para dialogar con Stalin sobre temas de interés común. Supuestamente en las dependencias utilizadas por el dignatario chino se instalaron de manera previa baños especiales que no estaban conectados a tuberías sino a cajas secretas donde se iban depositando sus desechos. Durante casi 10 días, el gobierno soviético se dedicó a alimentar y dar de beber a Mao Zedong para lograr que sus heces fueran llevadas al laboratorio.
El reconocido periodista e historiador David Halberstam recoge en su libro "La Guerra Olvidada" lo ocurrido en aquella visita de Mao a Rusia. En el texto se narra que cuando Mao aterrizó en Moscú, anunció que China aspiraba a una alianza con Rusia, pero hizo especial énfasis en que esta solo sería posible si se trataban como iguales. En lugar de eso, se le dio una lección diaria. Se convirtió tanto en un invitado como en un secuestrado. Así que Mao gritaba a las paredes de sus aposentos, seguro de que Stalin tenía micrófonos y sistemas de escuchas instalados: 'Estoy aquí para hacer más que comer y defecar.
Luego de que se hizo pública esta revelación que conmocionó, no solo a los propios rusos sino al resto del orbe, uno de los periódicos más leídos en Rusia, el Pravda Komsomolskaya, reportó que el sucesor de Stalin, Nikita Khrushchev, desechó de una vez el estrafalario proyecto y cerró el laboratorio para nunca más volver a hablarse de él.