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jueves, 31 de agosto de 2017

Qué indica que nos enamoremos de una persona y no de otra

Por Janet Rios

Febrero…Mes de romance, amistad, ilusión… En fin, un mes donde ese sentimiento tan especial como el amor nos une y qué mejor ocasión que esta para conocer cómo funciona nuestro cuerpo y mente cuando nos enamoramos. Con este artículo pretendemos ofrecer una visión fundamentalmente química de algo tan sencillo como maravilloso que nos ocurre a todos alguna vez en la vida: ¡Enamorarnos! Los poetas nos han deleitado cantando al más maravilloso de los sentimientos desde todos los ángulos y con infinitos matices, pero los químicos. También tienen cosas que decir al respecto, quizás menos seductoras pero no por ello menos importantes.

Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles conscientes e inconscientes. La tan conocida teoría de la correspondencia se dice que puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer". Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.

La química del amor es una expresión acertada. En el derroche  de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.

Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través de nuestro sistema nervioso, el hipotálamo envía mensajes a las diversas glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.

Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular. Se crean más glóbulos rojoscon la finalidad de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea. Los síntomas del enamoramiento que muchas personas hemos percibido alguna vez, si hemos sido afortunados, son el resultado de complejas reacciones químicas del organismo que nos hacen a todos sentir aproximadamente lo mismo, aunque a nuestro amor lo sintamos como único en el mundo.

Ese estado de "imbecilidad transitoria", en palabras de Ortega y Gasset, no se puede mantener bioquímicamente por mucho tiempo. Hace tan solo unos 13 años que se planteó la manera de estudiar el amor como un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral, pasa a las neuronas y de allí al sistema endocrino, dando lugar a respuestas fisiológicas intensas.

El verdadero enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la FENILETILAMINA, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas. Al llenarse completamente el cerebro de esta sustancia,  responde mediante la secreción de dopamina (neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer), norepinefrina y oxitocina, y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.