De Martí a Omayra
Mucha polémica ha suscitado la fotografía realizada a un niño cubano que sostenía durante el paso del huracán Irma un busto del héroe nacional cubano José Martí. Algunos elogian la actitud del pequeño, otros detractores lo satanizan pero lo cierto, a mi parecer, es que ese acto de buena fe, va un poco mas allá de cuestiones políticas o ideológicas. Tiene que ver con un sentido de pertenencia de ese pequeño con alguien que ha idealizado en su escuela, con la imagen de un personaje en la historia de Cuba que fue hito en el proceso libertario de las guerras de independencia.
Lo cierto es que esa fotografía y la historia que hay detrás de ella saco a la luz otra mas trágica que no tuvo un final feliz. Es la historia fue la de Omayra Sánchez Garzón, una niña colombiana de 13 años que fue víctima de la erupción del volcán Nevado del Ruiz que arrasó con el pueblo de Armero en Colombia. La historia que adquirió reconocimiento mundial, fue la imagen que el país quiso venderle al mundo, al reflejar a esta pequeña atrapada durante tres días en el lodo y los restos de su propia casa. Este relato que detalla las implicaciones y el impacto de su muerte como un espectáculo transmitido por la televisión, genero toda una masa de contenido para aumentar las audiencias. El mismo también estuvo encaminado a brindar un mensaje masivo.
Omayra Sánchez quien murió de pie con la cabeza apoyada en una tabla de madera y sus ojos nublados por la fatiga. Fue consumida por la espera, agotada por la falta de energía que debilitó su piel y trituró la fortaleza de sus huesos que habían resistido más de tres días bajo los estragos que dejó la erupción del volcán Nevado del Ruiz, conocido como el “El león dormido”. Tras la catástrofe, los medios de comunicación arribaron al lugar. Canales de televisión, reporteros y periodistas transmitían las condiciones del sitio después del accidente, pero fue el fotoperiodista francés Frank Fournier quien capturó el gesto de Omayra en una imagen que le dio la vuelta al mundo.
Los flashes de los fotógrafos y la mirada de los periodistas no cesaron ni un instante Durante los tres días que duró la agonía de Omayra. La interrogaban y tocaban para cerciorarse que en verdad no podía moverse durante el tiempo en que estaba con vida y rápidamente notificaban a sus medios lo que estaba pasando. Los rescatistas ante la imposibilidad de efectuar algún tipo de ayuda, hacían como el resto de personas alrededor de la niña, se limitaban a decirle palabras de consuelo, y aguardaban por una ayuda que jamás llegó. Según los testigos, Omayra falleció cerca de las tres de la mañana.
Meses después de su muerte, el retrato tomado continuó generando polémica dada la indiferencia del gobierno de Colombia por las víctimas de la tragedia, que más tarde sería referida como "La tragedia de Armero". Pero nadie jamás emitió una su declaración sobre ello y con el paso del tiempo los hechos perdieron notoriedad. La pequeña Omayra fue sepultada en el mismo sitió donde murió. Sacarla de allí habría significado amputarle las piernas y su madre no lo aceptó. Hoy su tumba es un punto de peregrinación para cientos de asistentes y visitantes que anualmente acuden a su sepultura para agradecer los favores de quien consideran un símbolo de la tragedia. Después de esto Omayra pasó de estar frente a las cámaras de televisión, a las placas de agradecimiento en un cementerio surgido de entre los escombros. Una triste historia digna de recordar en estos tiempos de catastrofes naturales, de ciclones, terremotos y tanto caos que suscita el mundo.