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domingo, 8 de octubre de 2017

La seña de identidad de las jirafas

Por Yaima

La jirafa es uno de los animales más exóticos por su apariencia peculiar. Su cuello extremadamente alargado sobre sus cuatro patas, ligeramente delgadas, le otorga siempre gran atención en los zoológicos. La jirafa es propia del continente de África, y resulta ser el mamífero más alto de todas las especies de animales terrestres que existen en la Tierra. Puede alcanzar una altura de 5,8 metros, y un peso variable entre los 750 y 1600 kg. En el año 2016 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dejó de clasificar a la jirafa como una especie bajo preocupación menor y la catalogó como una especie vulnerable debido a la disminución de su población de hasta el 40 % en el período 1985-2015. Sin embargo, aún existe un gran número de jirafas en parques nacionales y reservas de caza.

El padre de la teoría de la evolución, Charles Darwin, en consonancia con su hipótesis de la selección natural explicó que el aspecto del cuello tan largo de la jirafa fue producto de la transformación que sufrió durante mucho tiempo para permitirle alcanzar las hojas que se encontraban en las ramas más altas de los árboles. No obstante, los especialistas actuales refieren que continúa siendo objeto de debate entre los zoólogos y biólogos evolutivos por igual.

Un artículo publicado en la revista “Journal of Arid Environments” por científicos de varias universidades propone una teoría distinta, alternativa, al origen de la extensión del cuello de la jirafa, ese mamífero tan llamativo, por su gran tamaño y pasividad, de la familia Giraffidae. La nueva teoría indica que la jirafa puede dirigir su cabeza y cuello hacia el sol y de ese modo logra reducir la superficie de su cuerpo expuesta a los rayos solares, consigue así disminuir su superficie expuesta al calor.

La termorregulación es una de las explicaciones evolutivas más modernas que se han ofrecido para explicar el cuello largo de la jirafa, pero se trata solo de un antiguo debate incluso anterior a la época de Darwin. Ya en el siglo XVIII el naturalista de origen francés, Jean-Baptiste Lamarck, llegó a sugerir que el cuello de la jirafa se estiró gracias a su constante búsqueda del follaje más alto de los árboles, en competencia por el alimento; pero fue una idea muy adelantada a su época, y por ella se le ridiculizó injustamente en muchas ocasiones. Poco después el reconocido científico Charles Darwin y su contemporáneo Alfred Russel Wallace tuvieron en cuenta la teoría de Lamarck, y señalaron que el cuello tan alargado de la jirafa habría llegado primero, y que eso otorgó cierta ventaja evolutiva sobre aquellos que tenían el cuello más pequeño.

Posteriormente en 1949, Chapman Pincher se opuso a las teorías de Darwin, Wallace y Lamark, y dijo que las piernas de la jirafa habían evolucionado para escapar de los depredadores, por otra parte su cuello largo evolucionó en consonancia para permitirle al animal que pudiera alcanzar el agua al beber sin necesidad de doblar sus piernas también alargadas. No obstante, aunque su teoría también estuvo interesante, nunca fue tomada en serio por la comunidad científica, y fue refutada.

Luego aparecieron otras alternativas más creíbles con referencia a la selección sexual. Científicos sugirieron que el cuello largo y robusto de la jirafas evolucionó porque resultó decisivo para la jirafa macho en la pugna por aparearse, o que simplemente de ese modo resultaría más atractivo para las hembras.

En la actualidad, la teoría más discutida por los investigadores tiene que ver más con la termorregulación, o sea, la que sugiere que el largo cuello y las patas de las jirafas inciden directamente sobre el equilibrio entre el volumen y la superficie del animal, es lo que determina cómo los animales pueden ganar y perder calor. A simple vista podría parecer que la jirafa tiene superficie corporal total mayor en comparación con los rinocerontes, los elefantes y otros grandes mamíferos; sin embargo, resulta que pocas personas han intentado medir este dato en esos animales para estar completamente seguros.

Los científicos examinaron las mediciones realizadas en docenas de jirafas y encontraron que la superficie en realidad no dista de la que cabría esperar para cualquier otro animal con la misma masa. Es por ello que las jirafas no resultan ser mejores termoreguladores que los demás animales estudiados. Por eso los científicos asumen y sugieren que su cuello evolucionó para hacerse frente al Sol, para orientarse hacia él y así poder reducir su superficie expuesta. Y precisamente ese es el comportamiento que vemos hacer a muchas jirafas en días calurosos.