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jueves, 5 de octubre de 2017

Las mujeres también inventan

Por Yamy

Siempre pensamos en hombres cuando hablamos de grandes inventos de la historia. Nombres como el de Thomas Edison, Alexander Graham Bell o Leonardo da Vinci, y muchísimos más se han quedado en nuestras memorias por sus grandes aportes a la humanidad. Gracias a la electricidad, la imprenta, la rueda, el teléfono, la televisión, el aire acondicionado, los automóviles, la penicilina, Internet, y tanto más, hoy nuestra vida es más fácil. Pero, ¿y las mujeres? ¿Acaso solo los hombres tenían, o tienen, ideas novedosas y prácticas? Claro que no. En gran parte del fenómeno innovador influye que al principio las mujeres eran marginadas, silenciadas, y sin derechos, en sociedades machistas que propiciaba el desarrollo de los hombres por sobre las féminas; pero por supuesto que también existen mujeres con importantes aportes.

Es muy probable que pocas personas puedan mencionar a una sola mujer que nos haya dejado algún invento para la historia. Quizás ahora mismo muchos se estén beneficiando directamente de un objeto determinado y estén ajenos a que hace tiempo una mujer estuvo involucrada en su concepción. Pues bien, hablemos de mujeres innovadoras.

De acuerdo con una publicación del portal web BBC, entre las inventoras más destacadas del mundo se encuentra Grace Hopper, quien fuera bisnieta de un almirante de la Armada de Estados Unidos y nieta de ingeniero civil. Luego de estudiar matemáticas y física, siguió los pasos de su bisabuelo y se unió a las fuerzas armadas durante la Segunda Guerra Mundial. Fue por esa fecha cuando le asignaron la tarea de trabajar en un proyecto de la Universidad de Harvard para desarrollar una computadora, la Mark 1. En la década de los 50 Grace Hopper fue destacada en el ámbito de la programación computacional; y fue quien inventó el primer compilador capaz de traducir instrucciones a códigos que las computadoras pueden leer. Su aporte hizo que la programación fuera más rápida, y por tanto revolucionó la manera de trabajar las máquinas. Grace Hopper también ayudó a que se popularizara el concepto “depuración de programas” (debugging) que todavía se utiliza. Esta singular mujer trabajó con computadoras hasta que se retiró de la armada, a los 79 años de edad. Algunos la llamaban “Amazing Grace” (increíble Grace).

Shirley Ann Jackson, también estadounidense con estudios de física, en los años 70 realizó investigaciones que permitieron desarrollar el “identificador de llamadas” y la “llamada en espera”, importantes inventos de gran utilidad actualmente. Sus hallazgos en el campo de las telecomunicaciones sirvieron como base para que otras personas más tarde crearan el fax, los cables de fibra óptica y las celdas solares. Shirley Ann Jackson fue la primera mujer afroamericana que obtuvo un doctorado en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), y la segunda mujer de Estados Unidos en obtener un doctorado en física.

Mary Anderson fue otra inventora, y su aporte es más que utilizado, muy necesario. Muchos creerán que su invento es más apropiado para un hombre, pues la sociedad nos empuja a pesar que las mujeres solo se deben a bordar y a cocinar; no pocos se sorprenderán al saber que fue Mary Anderson la responsable de que en la actualidad tengamos limpiaparabrisas en nuestros autos. Las referencias encontradas indican que en el invierno del año 1903 esta mujer se encontraba en Nueva York, en Estados Unidos, cuando se percató de que el conductor del tranvía donde iba se veía forzado a abrir la ventanilla para poder limpiar constantemente la nieve del cristal. Cada vez que lo hacía, los pasajeros pasaban frío. Mary Anderson pensó que la solución podía ser una cuchilla de goma manejada desde el interior del vehículo, y así fue como en 1903 obtuvo la patente para desarrollarlo; y aunque inicialmente, no tuvo éxito porque las empresas automovilísticas pensaron que el nuevo objeto podría distraer a los conductores, hoy sabemos valorar la importancia del limpiaparabrisas para cuando llueve o nieva.

La puertorriqueña Olga D. González-Sanabria estudió ingeniería química en la Universidad de Puerto Rico, y en la Universidad de Toledo, en Ohio, Estados Unidos. En la actualidad trabaja en la NASA y es la directora de ingeniería y servicios técnicos en el John H. Glenn Research Center. En la década de los 80 creó la tecnología que permitió fabricar las baterías de larga duración de níquel e hidrógeno que se usan en la Estación Espacial Internacional (EEI). Esas baterías permiten almacenar energía eléctrica generada por los paneles solares de la estación. Olga D. González-Sanabria es la hispana de mayor rango en el Glenn Research Center de la NASA.

Marie Van Brittan Brown es la responsable de haber desarrollado el primer sistema de seguridad con circuito cerrado de televisión. Esta mujer era enfermera y a menudo se quedaba sola en su casa, en Queens, Nueva York, Estados Unidos, en una época (años 60) destacada por el auge de los crímenes y la falta de respuesta policial. Con su invento todo lo que filmaba la cámara aparecía en un monitor. Su sistema incluía cuatro objetivos que podían manipularse para mirar a través de cada uno de ellos. Gracias a él fue premiada por el Comité Nacional de Ciencias de Estados Unidos, y casi 60 años después su sistema de vigilancia doméstico también es utilizado por empresas en todo.

En 1991 la investigadora científica Ann Tsukamoto obtuvo una patente para desarrollar las placas de Petri, esos platillos muy delgados que se usan en laboratorios para aislar células madre. Esta creación fue vital para comprender cómo crecen las células en pacientes con cáncer, y en un futuro podría conducir a su cura. Actualmente Tsukamoto dirige investigaciones sobre el crecimiento de células madre y ha patentado otros siete inventos más.

Josephine Cochrane desarrolló un aparato que facilita la vida tanto a hombres como a mujeres en todo el mundo: el lavaplatos. Su invento se convirtió en el primer lavavajillas comercialmente exitoso, pues otros intentos previos no fueron viables. La máquina poseía un motor que hacía girar una rueda dentro de un hervidor de cobre, con el uso de agua a presión de forma automática. Luego de enviudar y quedarse arruinada y con deudas, en 1886 Josephine Cochrane obtuvo la patente del lavaplatos y pudo abrir su propia fábrica.

Stephanie Kwolek, polaco-estadounidense con estudios de química, inventó en 1965 el “poliparafenileno tereftalamida”, una fibra muy resistente conocida como “kevlar”. En la actualidad se usa en la elaboración de chalecos antibalas e indumentaria para bomberos. El material “kevlar” es cinco veces más fuerte que el acero y ha permitido salvar millones de vidas. También podemos encontrarlo en guantes domésticos, llantas, teléfonos móviles, aviones y puentes de suspensión, entre muchos más productos.

Es tan solo una breve lista de ocho, pero son muchas las mujeres inteligentes que nos han dejado inventos renovadores de uso cotidiano, por ejemplo Edith Mansford Fitzgerald, Harriet Williams Russell Strong, Esher Lederberg, Hanna Hammarström, Hildegarda de Bingen, y tantas más que hicieron aportes en distintos campos como las ciencias médicas, la electrónica, la ingeniería, las artes, y la microbiología.