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miércoles, 4 de octubre de 2017

Sr. Rajoy y Sr. Puigdemont, no lo tiren todo por la borda

Por MontseV

En Cataluña hay un dicho que reza “parlant, la gent s’entèn”: hablando, la gente se entiende. Pero poco han hablado los líderes políticos sobre el tema catalán, más bien se han limitado a dar discursos a las masas o a los medios de comunicación para arrancar el aplauso de la muchedumbre, copar titulares y allanar el camino de cara a unas próximas elecciones.

Han prostituido la palabra diálogo y la han dejado vacía de contexto, una mera apariencia. Tan solo la han pronunciado para guardar las formas; unos para no ser tildados de hacer oídos sordos a las demandas del pueblo catalán, otros para lanzarse a un abismo donde la legalidad es lo menos importante. Ni tan siquiera el Rey, quién debería velar por los intereses de todos los españoles, abogó por el diálogo en su discurso de anoche.

Los recientes acontecimientos en Cataluña no dejan margen para la duda: Rajoy y Puigdemont no van a reunirse. La declaración unilateral de independencia está tocando a las puertas – podría ser el viernes 6, como Companys, o el fin de semana para ralentizar la respuesta del Ejecutivo. Son más que rumores: el mismo líder catalán lo anunció ayer en la BBC: “es cuestión de días”, dijo. Y el sector independentista no espera menos del president que sacó las urnas a la calle pese a las amenazas de Madrid.

Señores presidentes, yo les invitaría a ir una semana o dos a un lugar tranquilo, más apartados del foco mediático que tantas ansias tiene de sacarles declaraciones. Juntos. Allí podrían hablar tranquilamente de sus propuestas. Les recomendaría que llevasen un intermediario, alguien que marcase las pautas de la conversación y ordenase las peticiones de cada uno. Además, sería bueno tener una pizarra y trazar una raya vertical en el medio, dividiéndola en dos: cuando es cuestión de tomar decisiones importantes, uno ha de valorar todas las perspectivas posibles. En un lado podríais colocar las peticiones del pueblo catalán, en el otro, las del español.

In medio stat virtus, decía Aristóteles: en el punto medio se encuentra la virtud. Lanzarse a una independencia puede provocar – aún más – una escalada de tensión en Cataluña, pues está claro que hay un gran porcentaje de catalanes que no la quieren. ¿Se arriesgaría, señor Puigdemont, a gobernar una sociedad fracturada? O aún más, ¿ha valorado que la escalada de tensiones podría llegar, eventualmente, a una guerra civil? Hay muchos descontentos con Madrid, pero también los hay con el Govern de la Generalitat, y no son pocos. Y por su parte, señor Rajoy, se ha demostrado ya que hacer caso omiso a las demandas de Cataluña no funciona, pues la determinación de este pueblo no es tumba con la porra de un antidisturbios. Han demostrado con creces que están dispuestos a luchar contra un Estado que les ningunea sistemáticamente.

El odio se cuece a fuego lento

Reconozcamos que actuaciones reprobables hay en todos lados. La actuación policial fue exagerada: hubo destrozos en colegios y ayuntamientos (incluso tras haber requisado ya las urnas), y las cargas contra la población fue desmedida no, lo siguiente. Por favor, ¡que no era una turba violenta armada hasta los dientes! Y por parte del sector independentista es lamentable que algunos niños hayan salido de sus escuelas llorando porque les cuentan historias de guardias civiles asesinos y reyes malvados. Por no hablar de las acusaciones públicas al estilo “se busca vivo o muerto” a los concejales y alcaldes que no eran favorables al referéndum.

Y así, señores, es como España alimenta el sentimiento independentista.

Miren, mi abuelo no es político como vosotros, pero vivió la Guerra Civil. Hoy, mientras hablábamos durante la comida, la actualidad se ha colado hasta en la mesa. Él dice que lo que está ocurriendo ya lo ha visto antes. Más de 140 vehículos de los alrededores de Gerona han amanecido hoy con una o incluso dos ruedas pinchadas. Más allá de quién sea el responsable, ¿esto es normal? Antes de que el asunto vaya más allá deberíais aplicar las certeras palabras de Machado: Para dialogar, preguntad primero, después escuchad.