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domingo, 1 de octubre de 2017

Toda una mente compleja y asombrosa

Por Yaima

Mariano Sigman, prestigioso y multigalardonado neurocientífico argentino, es autor de la “La vida secreta de la mente”, un libro que explora por qué nos comportamos de la manera que lo hacemos, cómo se originan los pensamientos y otros temas fascinantes sobre la mente y la conciencia. A propósito del Festival Hay Segovia, celebrado en estos días, Sigman, respondió una serie de preguntas de lectores a través del sitio web BBC, a quienes les explicó algunos temas fundamentales sobre la inteligencia, el razonamiento, los procesos y las funciones mentales, los ritmos de aprendizaje, cómo fortalecer el cerebro, el poder de la mente.

El neuroinvestigador desmintió el mito popular que establece una frontera en la inteligencia a partir de los siete años, afirmó que después de esa edad tan temprana no sucede nada especial a nivel cerebral, la inteligencia seguirá siendo la misma; se trata de una barrera artificial que no posee justificación coherente, y mucho menos científica. Mariano Sigman explicó que el cerebro nunca deja de cambiar, por tanto nunca es tarde para aprender, para adquirir conocimiento. No existe una inteligencia sino muchas, eso quiere decir que no se mejora la inteligencia sino que se evidencian distintas facetas, y por tanto se sigue entrenando.

Ante la interrogante de qué es más fuerte entre el instinto o el razonamiento, Mariano Sigman dijo que no se puede decir qué es más preponderante porque en el ser humano coexisten tanto instintos como razones, por lo tanto se impone entender cómo funciona cada uno. Primeramente, el instinto no es muy distinto al razonamiento. Cuando se tiene una intuición, o una corazonada, no se trata de una ilusión divina que de repente confiere cierto conocimiento, sino que eso también forma parte de un proceso de razonamiento. Para poder ilustrarlo, Mariano Sigman puso de ejemplo a un tenista que va a recibir un saque y “siente” que el otro jugador va a sacar en una determinada dirección, ese sentimiento que tiene, y que quizás no puede explicar, forma parte en realidad de su propio razonamiento, como la posición del cuerpo o la mirada. Forma parte de un aprendizaje racional que sucede inconscientemente, y como sucede de ese modo nunca tendremos acceso a los elementos que favorecen la deliberación. En resumen, la intuición y la racionalidad no son tan distintas, son dos procesos de decisión en los cuales se utiliza toda la información posible. Además, explicó que las intuiciones son buenas en dos ámbitos: donde tenemos mucha experiencia y en los dominios complejos donde el problema de la decisión no puede resumirse a una, dos o tres variables. En esos casos, a veces conviene confiar más en la intuición “porque tiene la capacidad de mirar al bosque y no al árbol”.

El especialista manifestó que neurológicamente no es posible, al menos por ahora, que exista una mente colectiva, con procesos análogos a los de una mente individual. Es un proceso que sucede en computación: se pueden armar matrices de muchas computadoras que están conectadas para que resuelvan problemas al mismo tiempo. Se llama computación paralela y ha hecho mucho más potente a las ciencias informáticas. En la vida real, los seres humanos solemos crear situaciones similares cuando hay un problema y muchas personas se ponen a deliberar sobre él. Son cerebros que interactúan a través del lenguaje y los gestos. Se pasan información de uno a otro, pero no están conectados directamente como si fueran una gran matriz neuronal. Sin embargo, sí existe un pensamiento colectivo. Mariano Sigman explica que sí podemos ver la emergencia de ciertas normas sociales y acuerdos. Es decir, existen fenómenos en los que casi todos piensan de manera parecida, eso se produce porque uno de los grandes principios del comportamiento humano es la capacidad de imitar.

El neuroinvestigador Mariano Sigman reveló que todo el tiempo se topa con alguna función o proceso mental al cual no le ha encontrado objetivamente explicación científica, pero que de eso se trata la ciencia. Explica que la neurociencia es un ejercicio de descubrimiento de lo desconocido que está lleno de frustraciones porque en el cerebro siempre hay muchas áreas inexploradas. La filosofía entiende que la ciencia siempre trata con problemas que no puede resolver; y desde el punto de vista práctico se van resolviendo problemas que hacen que nuestra habitabilidad en la tierra vaya progresivamente mejorando.

Sobre la meditación y el yoga en beneficio para el cerebro, el experto se refirió a los muchos estudios que muestran que la meditación tiene un efecto en muchas variables cognitivas e incluso en variables fisiológicas como la presión arterial, la cantidad de cortisol, aspectos que tienen que ver con el estrés fisiológico y no medido desde una perspectiva subjetiva. De manera general el yoga puede tener un efecto en la capacidad de concentración y relajación de las personas; pero no es concluyente.

También Mariano Sigman abordó el tema de aquello que hemos escuchado desde siempre sobre que los niños aprenden idiomas con más facilidad que los adultos. Su negativa fue rotunda, y afirmó que se trata de un mito. No obstante lo que resulta más fácil para los niños es la pronunciación de ciertos sonidos. Exceptuando eso, la mayor diferencia en la capacidad de aprendizaje entre un adulto y un niño es la motivación y la necesidad. Los adultos pueden aprender con la misma capacidad de un niño si sienten la motivación, y le dedican tiempo y esfuerzo. Puede que un adulto quiera aprender idioma, pero casi siempre se trata de un deseo intelectual. Mientras tanto, a la par, tienen urgencias y motivaciones que van en otro sentido porque tienen responsabilidades económicas y familiares, y estas son distracciones que los niños no tienen y por tanto pueden dedicarse de a lleno a un propósito determinado. Otra diferencia en el aprendizaje de idioma es que los adultos y los niños aprenden de una manera muy distinta. Los niños aprenden la primera lengua escuchándola, pero el adulto aprende de manera racional: quiere aprender las palabras.

Asimismo, sobre el poder de la mente para curarse, el neurocientífico manifiesta que sí es posible en alguna medida porque el poder de la mente es el poder del cerebro para regular estados corporales. Existe una relación entre el sistema nervioso y el sistema inmunológico, es por eso que una persona deprimida tiene el sistema inmunológico menos activo y por tanto es más propensa a enfermarse. Por tanto, la buena salud mental ayuda a la salud corporal. Sin embargo, no basta la voluntad. Una persona con cáncer no puede controlar mentalmente su enfermedad por mucho que quiera vivir, simplemente porque en ese caso el cerebro no tiene la capacidad de regular y atacar al tumor. Eso es imposible. El cerebro regula el sistema inmune, la presión arterial, el funcionamiento del sistema cardíaco, pero no de forma voluntaria.