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jueves, 16 de noviembre de 2017

Nuestros huesos determinan nuestro apetito

Por Diana Santos

El esqueleto es la estructura ósea que usualmente identificamos como el sostén de nuestro cuerpo. Sin embargo, más allá de su función estructural, se conocía que los huesos también determinan que el individuo sufra o no enfermedades como la diabetes o la obesidad. Lo que sí no era sabido y recién lo reveló un estudio del Montreal Clinical Research Institute, es que pueden influir en que tengamos más o menos apetito.

Los autores del estudio llevaban años estudiando los efectos de la osteocalcina, una hormona producida por los osteoblastos, las mismas células que se involucran en el desarrollo y el crecimiento de los huesos. La mayor parte de dicha hormona se incorpora a la matriz del hueso, pero alrededor de un veinte por ciento de la misma pasa al torrente sanguíneo. Altos niveles de osteocalcina en la sangre pueden ser un síntoma de osteoporosis. Por el contrario, cuando se encuentra a niveles normales, beneficia nuestro organismo pues aumenta la producción de insulina, de modo que reduce los niveles de glucosa en sangre, y contribuye a aumentar el gasto energético de nuestro cuerpo.

Pero, según han demostrado los estudiosos candienses, la osteocalcina que producen las células de nuestros huesos, no es una hormona que naturalmente se encuentra activa, por lo que es incapaz de desarrollar sus funciones. Para mitigar la inactividad, existe entonces una enzima llamada furin, que actúa como una "tijera molecular" (según la expresión usada por los propios investigadores) haciendo que la hormona realice sus funciones.

Para llegar a tales conclusiones, los autores del estudio realizaron un experimento con ratones, anulándole el furin. Como resultado los roedores a los que se le anuló el efecto de la encima desarrollaran diabetes, y experimentaron un notable aumento de peso. Era evidente que la osteocalcina seguía estando presente en su sangre, pero resultaba completamente inútil.

Para mayor asombro de los canadienses, al anularles la enzima furin, los ratones mostraban cada vez más apetito. Teniendo en cuenta que la osteocalcina no está vinculada con la sensación de hambre, los científicos sospechan que debe existir otra hormona también producida por los huesos y, cuya acción esté vinculada con la misma enzima, que se ocupe de dicha función. Se plantea entonces un nuevo reto para descubrirla.